Por: Antonio Chávez
Así lo sugiere un consistente cuerpo de hipótesis y experimentos, p.ej. la Ciencia Cognitiva de la Religión, mostrándonos que los seres humanos «tienen un número de tendencias cognitivas, desarrolladas a muy temprana edad, y posiblemente innatas, que soportan la creencia en Dios y otras entidades sobrenaturales». De esto trata un reciente estudio en Harvard (Shenhav et al. 2011), que mediante 3 experimentos demuestra una relación causal entre dar respuestas «más intuitivas y menos reflexivas» (p.ej. «“Un bate y una pelota cuestan $1.10 en total. El bate cuesta $1.00 más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota?” La respuesta de 0,10 dólares viene inmediatamente a la mente, pero la respuesta correcta es de $0,05» —p. 2) y la creencia en Dios. Adicionalmentemente, se controlaron otros aspectos informativos de los individuos participantes como educación, estatus socioeconómico, orientación política, personalidad, habilidad cognitiva e incluso influencias recibidas durante la infancia.
La frecuencia de las respuestas intuitiva/incorrecta en el Test de Reflexión Cognitiva (CRT) estuvo positivamente correlacionada con (A) creencias en Dios basadas en experiencias y (B) el grado en el que la creencia en Dios se ha incrementado desde la niñez.
Con todo esto, la relación entre el «estilo cognitivo» intuitivo y la creencia en Dios, e incluso su propia evolución durante la vida (lo que resuena con el concepto de que los niños sean «teístas intuitivos» —Kelemen 2004) y el grado de confidencia crediticia, se encontró siendo independiente de todos esos aspectos. Entre tanto, los autores notan que aunque las respuestas intuitivas pueden de hecho ser erróneas, como podemos ver mediante la cita de un ejemplo de cuestión sencilla que responder, «de ello no se sigue que la dependencia de la intuición es siempre irracional o injustificada» (Shenhav et al. p. 6). Me parece que esta aclaración es necesaria y va dirigida sobretodo a aquel esquema de pensamiento que considera a la intuición como algo inferior al raciocinio analítico-crítico (el otro estilo cognitivo, el reflexivo), cual estrategia superior para responder a los dilemas y la cotidianidad. Estudios recientes muestran que esto no es sino un extendido mito (ver «LA INTUICIÓN NO ES IRRACIONAL»). Ambos estilos coexisten en los seres humanos, pero está claro que hay variación entre los individuos respecto a ser más propenso a uno u otro estilo (y es aún probable que sí exista relación entre estas tendencias y los rasgos de la personalidad, del mismo modo que entre ellas y la influencia cultural).
Entre tanto, anteriormente hemos mostrado que la contraintuitividad cognitiva que caracteriza a los agentes sobrenaturales (Dios, dioses, fantasmas, duendes, etc. —ver «CONTRAINTUITIVIDAD MÍNIMA»), parece sin embargo una intuición en sí misma (ver «LA CONTRAINTUITIVIDAD (INTUITIVA) Y EL ORIGEN DE LA RELIGIÓN»). Como en efecto discuten los autores (p. 5), que Dios sea una creencia intuitiva está fundamentado en aquellas tendencias cognitivas que en sí mismas son automáticas (intuitivas) y que estructuran la agencia sobrenatural —de lo que se desprende que lo contraintuitivo (p.ej. Dios está en varios lugares al mismo tiempo) es en realidad intrínseco de tales tendencias intuitivas (véase un extenso análisis de cómo la agencia sobrenatural es prácticamente nuestro estilo cognitivo por defecto en «SOBRE GENÉTICA, NEUROCOGNICIÓN, PENSAMIENTO MÁGICO Y RELIGIÓN (PARTE 2)»). Acertadamente, para terminar, los autores apuntan que esta teorización cognitiva es compatible con la variación crediticia de Dios en términos culturales. La cultura puede promover uno u otro estilo (ahí tenemos nuestro extendido mito de la irracionalidad de la intuición), mientras que «un marco que incorpore las diferencias individuales en el estilo cognitivo puede ayudar a iluminar las causas de la variabilidad cultural en la creencia en Dios, por ejemplo los altos índices de ateísmo en los países escandinavos» (ibid.). Así pues, otro mito que se ve erosionando es el de que la fluctuación del teísmo (y el ateísmo) dependan exclusivamente de factores socioeconómicos. Evidentemente el asunto es más complejo.
ACTUALIZACIÓN 15.11.2019
Nueva evidencia pone en mayor relevancia el aprendizaje cultural sobre la intuición para creer en Dios (Farias et al. 2017).
(*) Véase también en Aletheia.
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(*) Véase también en Aletheia.
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