THE PANDEMIC EXPOSES HUMAN NATURE: 10 EVOLUTIONARY INSIGHTS
(LA PANDEMIA EXPONE LA NATURALEZA HUMANA: 10 PERSPECTIVAS EVOLUCIONISTAS)
Benjamin M. Seitz, Athena Aktipis, David M. Buss, Joe Alcock, Paul Bloom, Michele Gelfand, Sam Harris, Debra Lieberman, Barbara N. Horowitz, Steven Pinker, David Sloan Wilson, Martie G. Haselton
Proceedings of the National Academy of Sciences Oct 2020, 202009787
DOI: 10.1073/pnas.2009787117
(Ver artículo insertado al final.)
Por: Antonio Chávez
Un artículo sin precedentes y que hacía falta, va «desde la neurona hasta la nación» a través de «10 ideas ofrecidas por una amplia gama de pensadores evolutivos, con experiencia que va desde la medicina evolutiva hasta la evolución cultural a gran escala», para comprender «las presiones evolutivas sobre el virus, nuestra respuesta humana a la pandemia y cómo un enfoque evolutivo puede ayudarnos a enfrentar el covid-19». Esto se suma a la muy reciente publicación en Scientific American sobre la centralidad de la conducta humana en el covid-19, y otras publicaciones similares en Nature y Science, las más importantes revistas en ciencia, llamando la atención sobre la importancia y la necesidad de la psicología en este contexto. Como el artículo señala, «además de las ideas que pueden producir una acción inmediata, la pandemia nos ha brindado oportunidades únicas para presenciar la naturaleza humana a medida que se desarrolla, desde cambios en los patrones de reproducción, normas sociales cambiantes y curiosidades cognitivas que pueden distorsionar nuestro reconocimiento de la amenaza». Y hay que subrayar esto: «este artículo es un llamado a la acción en la ciencia». Tal como pasó con el manifiesto de Scientific American este mes, al pronunciarse contra Donal Trump, la ciencia puede y debe hacer ejercicio de la conciencia social.
No obstante la amplitud de este artículo abarcando ciencias físicas, ciencias sociales, y ciencias biológicas, y siendo admirable su inclusión de asuntos tan dejados de lado en esta pandemia como la conducta sexual, la desigualdad de género, y la falta de empatía, hay cierta falta de profundidad en estos puntos, que no logran conectarse, por lo menos correlacionalmente. La ausencia de investigación científica fiable en estos temas se hace evidente, y más aun en relación al covid-19, lo cual no es necesariamente un defecto en el trabajo de los diversos autores aquí, sino que es una carencia general e histórica de ciencia sobre la conducta humana. Los protocolos psicológicos para pandemias no existen en ninguna forma remotamente comparable a la vacunación, ni a los avances en biología y medicina sobre cómo atacar una infección. El covid-19 no es una pandemia nueva ni es la más grande, y aunque la vacuna demore, no significa que los científicos no sepan qué hacer. De hecho las pandemias tratadas médicamente han coincidido con la revolución científica del siglo XX, pero en esta escalada del conocimiento moderno la psicología ha estado marginada. Este profundo desfase, de saber más de la Luna que de la mente, tiene que acabar de una vez por todas, simplemente porque el covid-19 y virus similares dependen de qué tan sociable sea el huésped, así que es intrínsecamente necesario saber tanto de la biología del virus, como de la psicología del huésped.
«No hemos evolucionado para buscar la verdad». «Nuestra especie no está programada para buscar una comprensión precisa del mundo tal como es». Téngase muy en cuenta esto ante todo (asunto que hemos tratado ampliamente en muchos artículos en este espacio). Ya que, por enésima vez, los científicos no nos dicen que la burla sea un método para que la gente abandone su desinformación en la pandemia. Sino que hace lo contrario: «es más probable que atrinchere aún más a las personas en sus puntos de vista mal informados». Léanlo muy bien los ateos y ‘escépticos’ que se han vuelto malos comunicadores de cultura y ciencia en esta pandemia: lo dice Sam Harris, al que tanto citan.
La maquinaria científica está poniendo los ojos en las personas, el cerebro, la conducta, y la cultura. Y así las cosas, como he mostrado antes, no vamos a solucionar la pandemia volando al espacio, mucho menos fantaseando con cyborgs, inmortalidades cuánticas, ni otras oportunidades de negocio para Elon Musk. La enfrentamos aquí y ahora. Puestos en el asunto, quiero profundizar en un par de asuntos del artículo en cuestión: una perspectiva en Psicología Evolucionista que no excluya ni evada la Psicología del Desarrollo, y un científicamente probable vínculo entre la reproducción sexual, la desigualdad de género y la empatía en juego.
De los efectos neurológicos a los efectos psicológicos y culturales del covid-19. (Imagen de Johns Hopkins.)
1. LA PSICOLOGÍA EVOLUCIONISTA NO PUEDE EXCLUIR LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO
En «Perspectiva 5: Las normas de género están retrocediendo y la desigualdad de género está aumentando», con todo y su limpia demostración del problema que resume el título, la explicación resulta inesperadamente poco profunda porque enfoca tal desigualdad bajo los principios reproductivos evolutivos, pero no atiende a los aprendizajes durante el desarrollo de las personas, menospreciando el papel de «los estereotipos de género obsoletos y la falta de empoderamiento de las mujeres», sin proporcionar ninguna prueba de porqué no atender, por ejemplo, la evidencia empírica de que las niñas y los niños en efecto son expuestos a estereotipos de dominación masculina, y desaliento de presencia femenina en diversas profesiones (Sigala & Murphy 2018; Miller et al. 2018; Solbes 2020). «El razonamiento evolutivo predice que las mujeres dejarán el lugar de trabajo o sacrificarán su productividad más que los hombres», y que es exactamente lo que está ocurriendo en esta pandemia, pero no excluye en absoluto el aprendizaje de estereotipos machistas en las niñas, antes que sean adultas y madres. Así pues, tiene resultados positivos la educación de niños bajo el enfoque de género contra la violencia (Lei et al. 2014), y la prevención de la violencia de pareja (Garzón & Calcedo 2020), lo que evidencia una interacción entre propensiones evolutivas (supongamos aquí que los niños sean innatamente más violentos que las niñas) y aprendizaje cultural, donde éste, por lo visto es más decisivo que los genes.
Llama la atención que en la «Perspectiva 8: Combatir la pandemia requiere su propio proceso evolutivo», el mismo articulo nos proponga con mucho acierto, «la teoría de la herencia dual para hacer que la evolución cultural tenga lugar más rápido y a mayor escala que nunca, incluso tan rápido que pueda seguir el ritmo de la evolución genética del virus». La teoría de la herencia dual, precisamente, «postula tanto una corriente genética como una corriente cultural de herencia que han estado coevolucionando entre sí durante el tiempo que somos una especie». De hecho, otro investigador fuera de este artículo, nos dice que «la investigación en genética y evo-devo* ha demostrado que la conexión entre el gen y el fenotipo es mucho más débil de lo que normalmente se pensaba entre los animales no humanos. Esto es aún más cierto en los humanos para quienes los procesos ontogenéticos y culturales juegan un papel importante en la creación y configuración de la psicología. Por lo tanto, ninguna explicación evolutiva del comportamiento humano está completa sin recurrir a la cultura y la ontogenia, que juntas explican una gran parte de la variación del comportamiento humano.» (Mackiel 2020).
(*) evo-devo, del inglés evolutionary developmental biology, en español biología evolutiva del desarrollo.
Agrego, por tanto, que el enfoque feminista aquí, y las luchas feministas que se enmarcan en él, incluso si es un enfoque construccionista extremo (o sea que la biología y la evolución tienen nada que ver con los estereotipos de inferioridad femenina, y que estos surgen ‘solamente’ del aprendizaje cultural), en realidad resulta complementario tras un análisis meticuloso y profundo de los principios evolutivos y la exposición cultural, como un todo indisociable para la formación de las conductas que vemos en los adultos. Con todo, la recomendación del artículo es reducir «los estereotipos de género tradicionales». La desigualdad de género ha sido exacerbada por la cuarentena, y es algo que empeora la situación: aumento del conservadurismo, del rechazo al aborto y de prejuicios discriminatorios sobre las mujeres, tal como señala la investigación. Nada de esto tiene ninguna justificación biológica ni cultural. Esto va para aquellos que suelen decir que el feminismo no tiene base científica, o que a conciencia han guardado silencio respecto a la desigualdad de género todo este tiempo, a pesar de autopromocionarse ‘divulgadores científicos’. El asunto como vemos, no solo es legítimamente científico, sino que además, el fenómeno sociocultural del feminismo queda muy bien enmarcado en la teoría de la herencia dual.
2. LA CONDUCTA SEXUAL, LA DESIGUALDAD DE GÉNERO, Y EL DILEMA DE LA EMPATÍA BAJO EL COVID-19
Aquí también ha faltado un mayor atrevimiento argumentativo. En «Perspectiva 4: El panorama del apareamiento está cambiando y habrá consecuencias económicas de una disminución en las tasas de natalidad», los principios psicológicos evolutivos ‘antivirus’ de asco y disgusto que alteran negativamente los contactos sexuales, para evitar los contagios, y por tanto bajan la tasa de natalidad, están muy bien mostrados. Luego, en «Perspectiva 5: Las normas de género están retrocediendo y la desigualdad de género está aumentando», se señala que «en ciudades y países con mayor desigualdad económica, las mujeres se auto-sexualizan más en las publicaciones de las redes sociales», y con los hombres, «la desigualdad económica (…) se asocia con mayores tasas de homicidio entre hombres, que parece estar impulsada por las preocupaciones de los hombres por el estatus social». El articulo, de hecho, vincula el levantamiento de la desigualdad de género, el conservadurismo perjudicial para las mujeres, y la resultante paradoja de una mayor competencia sexual debido a la cuarentena y el aislamiento, con la alteración de la conducta sexual, pero no explora más esta conexión evidente.
Mientras tanto, en «Perspectiva 6: No se garantiza un aumento de la empatía y la compasión», se nos dice que «no hay evidencia de ningún aumento general de bondad, empatía y compasión en este momento en relación con los tiempos no pandémicos». Pues bien, creo que un punto interesante es que hay investigación sugerente, pero no explorada en este artículo, entre la depresión de la reproductividad, la competencia sexual, la desigualdad de género, la violencia masculina, y la ambigüedad empática. Esto es, la violencia sexual masculina en el covid-19, y más históricamente en el contexto de los desastres. Para empezar, los informes alrededor del mundo indican, o bien un aumento de las agresiones sexuales respecto al año pasado, o bien respecto al descenso de la delincuencia común, con una estimación de un vasto número de casos no denunciados (UN Women, octubre 2020; ver también al final un anexo de recopilación internacional de reportes hecha en junio 2020). La situación de violación y embarazo de niñas en Latinoamérica es, de hecho, crítica. También se disparó el abuso sexual infantil online (Attanasio 2020).
Luego, hay evidencia de que la violencia sexual contra mujeres y niñas aumenta en los desastres (Rezaeian 2013; Larson 2019). Por ejemplo, «el cambio climático es reconocido como un serio agravante de la violencia de género» (UN News 2019). En este problema se ha notado un número de condiciones que concurren: vulnerabilidad de ciertos sectores sociales, refugio y/o aislamiento, estrés, caos, falta de recursos (Sullivan 2017). Mientras posibles explicaciones evolucionistas de esto serían la competencia sexual entre hombres por mujeres, o a la falta de recursos alimenticios como desestabilizador emocional que conduce a la violencia masculina, por otro lado, «la igualdad de género puede aumentar la violación en forma de reacción masculina» (Martin et al. 2006). Es notable que la violación de mujeres aumente durante el aislamiento y el retroceso que implica en la igualdad de género, en el contexto más amplio del endurecimiento del feminismo por la igualdad de género, tal como si fuese un escarmiento sexual (algo muy en consonancia con la visión construccionista social de que la violación sexual es un asunto de ejercicio de poder y dominio del hombre sobre la mujer).
Es decir, la pandemia es un escenario con varios ‘disparadores’ simultáneos de la depredación sexual y la violencia masculina. Y una vez más, la explicación parece ser dual, biocultural y no únicamente biológica. Por ejemplo, el desempleo, el rompimiento del papel de ‘proveedor’, todo esto sumado a los fuertes estereotipos de dominación masculina en sociedades ya desiguales, cuya desigualdad empeora bajo el covid-19, hará que los hombres perciban su ‘identidad masculina’ amenazada, lo que conduce a la violencia hacia la pareja, y su aumento en la presente pandemia (Stanley 2020). La hostilidad masculina, sobre todo la sexual, ‘liberada’ por diferentes efectos de la pandemia, podría verse como un ‘dispositivo psicopático’ o una inhibición empática, para ajustar la cognición y la conducta hacia la consumación de la violación. De hecho, es un argumento evolucionista que los hombres tengan menos empatía que las mujeres (Wakabayashi et al. 2006), siendo algo relativo (Christov-Moore et al. 2014). Esto a su vez, podría ser parte instrumental de una contraestrategia evolutiva frente a la disminución del emparejamiento y la natalidad, cual es lo que ocurre con el covid-19.
Sin embargo, los estereotipos masculinos explícitos de ‘frío y calculador’ y ‘conquistador sexual’, o femeninos de ‘tierna y comprensiva’ y ‘dócil‘, son adquiridos. Por ejemplo, un estudio de empatía y juicio moral encontró algunas diferencias minúsculas de sexo en un total de 10.802 personas, mientras que en un subgrupo de 334 personas las mujeres se retrataron a sí mismas como más empáticas, mostrando que los autoinformes pueden inducir sesgos que lleven a las personas a asumir estereotipos de roles de género (Baez et al. 2017). Mientras que un estudio de la empatía en 1700 gemelos, «las diferencias de género no alcanzaron significación estadística», aunque las mujeres tuvieron mayores causales de herencia genética y experiencial que los hombres (Toccaceli et al. 2018). Otra vez, evo-devo. Recordemos, además, el aumento de los estereotipos machistas, el conservadurismo y los prejuicios sexuales sobre las mujeres. Todo lo que, en suma, previamente en psicología ya se conoce que contribuye a la aceptación de los mitos de la violación, el respaldo a la cultura de la violación, y a la culpación de la víctima, conductas todas en la que más se involucran los hombres (para una amplia revisión ver Gravelin et al. 2019; ver también Feldman 2018, sobre el sesgo innato de «el mundo justo» –«a las personas buenas les pasan cosas buenas y a las personas malas les pasan cosas malas», tras la culpación de la víctima, y su relación inversa con la empatía).
Espero haber contribuido a ampliar el tan buen articulo de PNAS.
ANEXO INFORMES DE VIOLACIÓN EN EL MUNDO:"Aumentan violaciones contra menores durante confinamiento: Semáforo Delictivo" (México)."Se agudiza violencia intrafamiliar en Guatemala por cuarentena" (Guatemala)."El Gobierno creará un chat instantáneo para proteger a las víctimas de violencia de género durante el confinamiento" (España)."Aumentan las denuncias por violencia de género durante el confinamiento" (España)."In locked down India, women fight coronavirus and domestic violence" (India)."Coronavirus: Fears of domestic violence, child abuse rise" (Alemania)."Crime in UK falls sharply since start of coronavirus lockdown" (Reino Unido). "Police report big drops in burglary, rape and assault but 3% rise in domestic violence""Domestic abuse cases soar in Lebanon amid coronavirus lockdown" (Líbano)."Domestic violence victims, stuck at home, are at risk during coronavirus pandemic" (Estados Unidos).
Temas relacionados:
Bibliografía:
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The pandemic exposes human nature: 10 evolutionary insights (Seitz el al. 2020).