26 julio, 2010

BERING Y BARRETT: EL ATEÍSMO ES INNATURAL

Por: Antonio Chávez
La revista Religion publicó en 2010 dos artículos de respuesta de J.L. Barrett y J. Bering a otro en el mismo número de Geertz & Markússon, entorno a la naturalidad de la religión y la innaturalidad del ateísmo. Muy resumidamente, Geertz & Markússon, aunque reafirman la hipótesis de la Ciencia Cognitiva de la Religión (CCR) sobre la naturalidad de ésta, sostienen que el ateísmo es tan natural como ella. Esto basándose en los censos que muestran una prevalencia del ateísmo en ciertos países europeos. Empezando con Barrett, él nos introduce a los conceptos de naturalidad maduracional y naturalidad practicada, formulados originalmente por McCauley y que se han visto en nuestro artículo «CONTRAINTUITIVIDAD MÍNIMA». La naturalidad maduracional consiste en procesos cognitivos automáticos que maduran y fluyen funcionalmente independientes de la cultura, como la capacidad para el lenguaje o el cálculo. En contraste, la naturalidad practicada «requiere de especial apoyo cultural o de un ‘andamio cultural’ y ensayo», tal como la capacidad para aprender un nuevo idioma o sistemas de cálculo específicos. Es natural que podamos aprender nuevos idiomas y desarrollar fórmulas de cálculo de acuerdo a la experiencia, pero se trata de aspectos que no son innatos sino adquiridos sobre la base (sí innata) de poder hablar o tener cognición numérica; y mientras podríamos olvidar el nuevo idioma aprendido, siendo individuos sanos no dejaríamos de poseer la capacidad del habla, por tanto esas adquisiciones necesitan de práctica y manutención. Respecto a la religión, su naturalidad, que la CCR apunta fuertemente como maduracional, es un concepto ciertamente antiguo (p.ej. Guthrie 1980), aunque generalmente referido mediante el término de intuitivo. En defensa de esto Barrett cita el artículo de Kelemen (2004) «Son los niños “teístas intuitivos”» (superando a Piaget y su animismo infantil): esto «es equivalente a decir que el teísmo es natural maduracionalmente, emergiendo en la infancia». Claro, que, como él mismo advierte, no todo lo que se define como ‘religión’ es maduracional (pongo como ejemplos de naturalidad practicada las creencias específicas y explícitas sobre Dios, la Concepción de la Virgen María, o el color de piel de Krishna), pero «el supernaturalismo es relativamente más natural maduracionalmente que el ateísmo». 

Luego Barrett repasa su propia hipótesis, en tanto que referida por Geertz & Markússon pero parece que incorrectamente interpretada (lamentablemente no se dispone de su documento completo), y nos indica muy brevemente que aspectos como la hiperdetección de agencia o la cognición de la muerte simplemente implican tal automatismo y por tanto prevalencia, que para un naturalista estricto, más aún que para un ateo, es necesario consumir recursos cognitivos adicionales para poner en práctica la elusión de tales intuitividades naturales. De hecho, los naturalistas cabales «tienen un conflicto más difícil aún que resolver» cuando se trata de toda la maquinaria empática que se dispara ante la muerte de un ser amado, que precisamente nos hace sentir aún su presencia. Y por supuesto, otro problema serio lo plantean el creacionismo innato y la teleología como una explicación por defecto (ver nuestro artículo), que Kelemen ha mostrado extendida más allá de la infancia, en la adultez. Esto incluyendo a personas científicamente formadas o aún ateas, como cuando Hawking se pregunta «porqué hay algo en lugar de nada». Barrett nos señala evidencia de que incluso a pesar de que los niños pueden afirmar «la explicación evolucionista como la mejor explicación de los rasgos de los animales, encuentran todavía más atractivo al creacionismo». Y aunque Geertz & Markússon cuestionan esta evidencia como contradictoria y debatible, no citan evidencia que contradiga las conclusiones de Kelemen.
«Podría ser que las conclusiones de Kelemen fallen al generalizarse a poblaciones aún no testeadas, pero dado lo más reciente, parece que los que rechazan el diseño intencional detrás del cosmos tienen la carga de producir explicaciones de por qué es que el mundo natural aparenta diseño
Este comentario de Barrett sin embargo me parece más bien provocador y subjetivo (recordemos que tuvo una áspera discusión con el filósofo ateo A.C. Grayling, aunque no identifiqué allí ningún comentario como este), en tanto que esa explicación en términos científicos y objetivos es que precisamente el mundo tiene tal apariencia como resultado del procesamiento de la información sensorial, y que esto a su vez se explicaría debido a que somos primates sociales y por tanto necesariamente representamos el mundo como continente de significado social (que no es sino lo que representan los conceptos ‘diseño’, ‘propósito’ o explícitamente ‘inteligencia superior’, es decir ‘voluntad’ o ‘intención’... contenidos mentales atribuidos al mundo externo). Creo que Guthrie, Bloom y por supuesto el mismo Barrett proporcionan una buena base para tal explicación. Finalmente está el asunto de las explicaciones culturalistas de la religión, que se puede resumir en esta frase de Barrett: «la religión no explica a la religión.» Este punto también los hemos abordado varias veces, incluso en los propios fundamentos de la labor de nuestro blog. La recurrencia de ciertas creencias y prácticas religiosas en diversas culturas explicadas como causadas debido a que las personas nacen en culturas religiosas, es evidentemente redundante y ciertamente no explica tal recurrencia. Tal y como ha rendido un grueso cuerpo de hipótesis y evidencias, enfocar la cognición de las personas logra tal cometido explicativo; y esto incluyendo que la CCR «reconoce que varias formas del ‘andamio cultural’ pueden ayudar a empujar o remover las anclas cognitivas» que permiten el surgimiento de la religión. En conclusión, para Barrett:
El supernaturalismo cae cerca de un punto de ancla natural maduracionalmente. En contraste, el consciente rechazo extendido de lo sobrenatural parece requerir de ciertas condiciones culturales especiales que alteran la función de los outputs naturales maduracionales, de un esfuerzo cognitivo, o de un fuerte andamio cultural para alejar a la gente de sus puntos de ancla naturales maduracionalmente. Esta relativa innaturalidad puede ser una razón por la que algunos estudios encuentran una relación entre el ateísmo y la educación formal y la inteligencia. Recursos especiales cognitivos o instituciones especiales (como instituciones educativas formales) pueden ayudar en el mantenimiento del ateísmo. De hecho, Geertz & Markússon parecen abiertos a este punto cuando escriben: «El hábito del ateísmo puede necesitar más andamiaje para ser adquirido, y su contraparte religiosa puede que necesite más esfuerzo para eliminarse.» En esto estamos de acuerdo, pero prosiguen, «pero aun así, esto no hace, ipso facto, que la última sea más natural que el primero.» En el sentido en el cual los investigadores de la CCR típicamente usan el término ‘natural’ es que, ipso facto, realmente la última es más natural que el primero.
***
J. Bering por su parte responde que:
“El aullador descontento de Dios” en el pensamiento ateo es, de hecho, un fenómeno empíricamente demostrable, refiriendo ampliamente a los rastros de pensamiento sobrenatural que a menudo puede ser encontrado aún en los sistemas representativos del descreyente. Los autores, sin embargo, no consideran estos patrones de pensamiento de bajo nivel, implícitos, o que son totalmente inconscientes.
Luego nota el error de confundir religiosidad con intuición religiosa cuando Geertz & Markússon dicen que «el ateísmo no es menos natural que la religiosidad». Esta es un «ya bien articulado juego de ideas teísticas o sobrenaturales culturalmente definidas», y así uno puede de hecho tener una pobre religiosidad llegando a caer en la categoría de ateo. Y al igual que Barrett (y como anteriormente Boyer), Bering comenta que el ateísmo es cognitivamente esforzado, añadiendo que si alguien se considera o no ateo, «la verdad es que esta autoclasificación tiene poco -si nada- que ver con lo que en realidad pasa dentro de su cabeza.» Precisamente, aquí se trata de que las cifras socio-demográficas de los altos niveles de ateísmo en ciertos países dicen poco o nada en contra de lo que la CCR ha mostrado claramente como procesos intuitivos o inconscientes, que aún impulsan conductas e ideas supersticiosas o cuasi-religiosas en personas que no tienen creencias explícitamente religiosas. Por otro lado «que el ateísmo sea innatural psicológicamente no es lo mismo que decir que sea anómalo culturalmente»: bajo muchas condiciones políticas, económicas y sociales el ateísmo es claramente normativo. Aún, esto sigue sin informarnos sobre los procesos psicológicos de los descreyentes, que precisamente se asocian a la cognición religiosa. Bering hecha mano de la propia evidencia empírica que ha generado para ilustrarnos: «cuando se preguntó si un hombre que acababa de morir instantáneamente en un accidente de auto podría “saber que él había muerto”, p.ej., muchos participantes quienes no creían en la vida después de la muerte respondieron afirmativamente, aparentemente sin tomar consciencia de la contradicción entre sus creencias y su razonamiento (p.ej. si la mente es apagada por la muerte, desde luego, tener el conocimiento de la propia muerte es lógicamente imposible)». Más específicamente, nos dice que tiene evidencia de ateos sometidos a preguntas sobre hechos autobiográficos que revelaron respuestas teleológicas sobre los puntos de cambio en sus vidas. Yo aportaría, aunque anecdóticamente, que esto es aún más dramáticamente patente con los no pocos ateos que creen en alienígenas súper-inteligentes, en fantasmas, en el zodiaco, en la consciencia cuántica del universo, y todavía habría que ver que los raelianos estarían muy bien categorizados como ateos, ya que así se autodefinen, en un censo sobre ateísmo. No importa pues si se trata de ‘el otro’, de la «teoría del todo» o de Dios, no importa cómo se llame, se trata de agencia básicamente sobrenatural. «La cosa importante aquí es el proceso psicológico que así fuertemente facilita una identidad agentiva; la cultura importa, pero solamente al grado de dar a una cruda intuición una personalidad y un nombre», nos dice Bering, y concluye:
Este modelo de pensamiento implica fuertemente que el ateísmo es más un bozal verbal de Dios -una decisión consciente y ejecutivamente hecha para rechazar las propias intuiciones de uno sobre una anónima súper-mente envuelta en nuestro asuntos personales- más que sea un verdadero exorcismo cognitivo. (...) Entre tanto, «el ateísmo» como un constructo sociopolítico y una crecientemente popular marca de identidad personal está muy lejos del tipo de cognición ateística única, culturalmente inscrita, que los autores postulan.
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1 comentario:

  1. Hola Antonio,

    Pienso que tanto el teísmo como el ateismo dependen fundamentalmente de la "naturalidad practicada", es decir, de la cultura. Por ejemplo, el ateísmo de los budistas no se puede decir que sea "innatural".

    En cambio, sí que remamos contracorriente (y es por lo tanto innatural) cuando hacemos el esfuerzo por razonar sin andar a la caza de propósitos, especialmente fuera del ambito de las interacciones psico-sociales (ej. física, biología, química). Como tú bien decías: "todo lo tratamos como si tuviera mente". Es inevitable que se active en alguna medida la red neural de la ToM ante cualquier cosa que pueda explicarse. En mi opinión, innatural sería si sistemáticamente trataramos de limitarnos a el "como" de las cosas, eliminando la tentación de los porqués; innatural sería tratar de creer solo aquello que es sostenido por la evidencia.

    En la cognitividad cotidiana, hay poca diferencia entre teístas y ateos, mucho menos de lo que ambos quisieran creer.

    Luis

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FUNDAMENTOS
¿Qué pensamos? ¿Qué buscamos?

LO HUMANO
La unidad cerebro-sociedad-cultura

UN ROMPECABEZAS: ANALIZANDO LA RELIGIÓN Y EL ATEÍSMO
Diversas disciplinas confluyen para ello
Generalidades
Modelos explicativos clásicos
Neurociencia