21 enero, 2010

PRODUCTOS Y SUBPRODUCTOS DEL MODELO AGENCIAL EXPLICATIVO

Por: Luis González Pope
luisgpope@gmail.com

Hemos visto, en varios temas desarrollados en este blog, cómo es que mecanismos cognitivos biológicamente pre-programados “prejuzgan” la forma en que interpretamos la causalidad en el mundo perceptual, esto de tal forma que resulta inevitable que en los ámbitos interpersonales, pedagógicos, sobrenaturales, e incluso cuando intuitivamente reaccionamos ante causalidades del mundo físico, asumamos con frecuencia lo que aquí llamaremos el Modelo Agencial Explicativo (MAE). Lo anterior significa que damos por sentado, de manera refleja o involuntaria, la existencia de intencionalidades no-vistas que explican el estado de las cosas. Y esto es desde luego muy evidente en la esfera interpersonal. Nos pudiese parecer incluso incontrovertible el hecho que la gente actúe movida por ciertas intenciones que creemos "ver", al punto que nos da la impresión que se tratara de un algo parte de la percepción. Sin embargo, la llamada Teoría de la Mente (ToM) se llama precisamente así puesto que sabemos que el "conocer" sobre las intenciones de los demás es en realidad un ejercicio teorizante, propiamente hipótesis, sobre los contenidos mentales de otras personas.

En un ensayo titulado “Expectativas Intuitivas y la Detección del Trastorno Mental: Un Fondo Cognitivo para la Psiquiatría Popular [Folk-Psychiatries]” Pascal Boyer extiende el MAE al juicio intuitivo con el que valoramos la conducta desviada (enfermedad mental). Es decir, al margen del conocimiento científico (por ejemplo la elaboración de criterios clínicos diagnósticos) y del sesgo cultural con que se puede conceptualizar la enfermedad mental, el MAE y otros elementos de la psicología intuitiva nos llevan a todos a juzgar ciertas conductas individuales como anormales.

A continuación se incluye el resumen del ensayo y algunos ejemplos de cómo la "Folk-Psychiatry" es útil para comprender intuitivamente las conductas desviadas.

¿Cómo detectan las personas la disfunción mental? ¿Cuál es la influencia de los modelos culturales de disfunción en este proceso de detección? El proceso de detección como tal no es usualmente investigado puesto que cae entre los dominios interculturales de la Psiquiatría (enfocados a la disfunción misma) y una psiquiatría etno -antropológica (enfocada en los modelos culturales de salud y enfermedad). Aquí proporcionamos un modelo general de este “eslabón perdido” entre los modelos culturales y conductuales, basados en evidencia empírica de la psicología intuitiva. Las mentes adultas normales elaboran expectativas intuitivas específicas acerca de la función mental y la conducta, y consecuentemente infieren que tipos específicos de comportamientos son el resultado de una disfunción subyacente. Esto sugiere que hay un “catálogo” de posibles comportamientos que activan dicha intuición, y por lo tanto un catálogo limitado de posibles síntomas que son asimilados por los modelos culturales específicos para un entendimiento popular [folk-understanding] de la enfermedad mental. También sugiere que ciertas disfunciones mentales, al no violar claramente los principios de la psicología intuitiva son invisibles a tal compresión popular. Esta perspectiva nos permite entender la estabilidad cultural y la difusión de formas particulares de ver la locura. También sugiere porqué ciertos tipos de enfermedad mental son invisibles a la compresión popular.


El MAE nos lleva a experimentar la fuerte impresión que estamos en control de nuestra propia agencia interna y de sus contenidos mentales, al igual que nos "informa" de las intenciones de los demás. Por ejemplo, que el yo interno es uno (una sola agencia interna) y no múltiples pulsiones en conflicto o estructuras dislocadas. Que nuestra agencia interna es el origen de las intenciones, lenguajes y actos motores; es decir, que las acciones involuntarias serán generalmente percibidas como anormales (excepto en contextos concretos como el “hablar en lenguas” de algunas religiones). Igualmente existen otros elementos que señala Boyer que moldean la comprensión popular de la enfermedad mental: la presencia o ausencia de reacción empática, sentimientos tribales, solidaridad inter-grupal, el origen experiencial de las memorias (por ej. los falsos recuerdos son anormales), la coherencia en la comunicación, etc.

Así el MAE no solamente nos predispone a creer en agentes sobrenaturales (Dios, fantasmas, espíritus) sino que junto con la "Folk-Psychiatry" nos lleva a juzgar intuitivamente como normales o anormales sus supuestas "conductas". Las mismas intuiciones que aplicamos para los seres naturales son usadas para valorizar las conductas de estos seres sobrenaturales. Por ejemplo los demonios son agentes sobrenaturales que nuestra “Folk-Psychiatry” juzga como anormales y desviantes, mientras que Dios es en muchos aspectos (ej. empatía, moralidad) una agencia "normal". Claro, aquí es tentador razonar que las características conductuales o mentales de todos estos seres sobrenaturales son meros subproductos (la proyección psicológica) de módulos cognitivos con funcionalidades adaptativas pro-sociales.

BIBLIOGRAFÍA

Pascal, B., (2010) "Intuitive Expectations & The Detection of Mental Disorder: A Cognitive Background To Folk Psychiatries", Philosophical Psychology (forthcoming).

RECONOCIMIENTO FACIAL: UNA HABILIDAD ESPECÍFICA Y HEREDABLE

Por: Antonio Chávez
Un reciente estudio de Zhu et al. 2010:

¿Qué hace a una persona socialmente perspicaz pero que se esfuerce en matemática, y a otra talentosa para la música aún careciendo de sentido de dirección? Las diferencias individuales en la capacidad cognitiva general se cree que están mediadas por «genes generalistas» que afectan a muchas habilidades cognitivas similares, sin influencia genética específica sobre las capacidades cognitivas particulares. En contraste, aquí presentamos evidencia de «genes especialistas» cognitivos: los gemelos monocigóticos son más similares que los dicigóticos en la capacidad cognitiva específica de la percepción facial. Cada una de las tres mediciones del procesamiento facial-específico fue hereditario, es decir, más correlacionados en los gemelos monocigóticos que los dicigóticos: la capacidad de reconocimiento facial-específico, el efecto de inversión facial, y el efecto de composición facial. Crucialmente, este efecto se debe a la heredabilidad de procesamiento facial en particular, no a un aspecto más general de la cognición, como el CI o la atención global. Así, las diferencias individuales en al menos una disposición mental específica son independientemente hereditarias. Este hallazgo plantea la cuestión de qué otras habilidades cognitivas específicas son hereditarias de forma independiente y puede dilucidar los mecanismos por los cuales los trastornos hereditarios como la dislexia y el autismo pueden tener perfiles cognitivos muy desigual en los que algunos procesos mentales puede estar dañados selectivamente, mientras que otros no se ven afectados o que incluso mejoren selectivamente.
Volviendo al estudio de Zhu et al., Science Daily informa que el estudio reunió 102 pares de hermanos monocigóticos, ‘gemelos idénticos’ o simplemente ‘gemelos’ en español, que tienen un parentesco genético del 100%, en comparación con el 50% de identidad genética que muestran los hermanos dicigóticos o ‘mellizos’, de los que participaron 72 pares. Así, los rasgos que lucen como hereditarios son más similares entre gemelos que entre mellizos, aunque los primeros aún muestran variabilidad debido a la influencia de factores ambientales. Como típicamente en experimentos sobre reconocimiento facial, se mostró brevemente a los sujetos imágenes de rostros, luego algunos de estos fueron otra vez mostrados pero entre nuevas imágenes de rostros, pidiéndose finalmente que se identifiquen los rostros mostrados inicialmente. Los aciertos fueron más altos entre gemelos que entre mellizos, mientras que otras pruebas confirmaron que las diferencias son específicas del reconocimiento facial, y no reflejan las diferencias en la nitidez de la visión, las capacidades generales de reconocimiento de objetos, la memoria u otros procesos cognitivos. Es decir que tanto las similitudes como las diferencias en el procesamiento facial se inscriben en el propio procesamiento, reforzando entonces la evidencia de modularidad y pre-programación genética de tal aspecto cognitivo. Obviamente se abre una nueva puerta de investigación aquí: la identificación precisa del material genético implicado.

Por otro lado, se vio que en 321 participantes la capacidad de reconocimiento facial no correlaciona con el CI. Así, los autores atribuyen a influencias genéticas específicas la coincidencia en gemelos respecto al procesamiento facial y la falta de correlación entre esta y el CI. Science Daily nos dice que los autores están investigando si otras habilidades cognitivas, tales como el procesamiento del lenguaje, la comprensión de los números, o la navegación, también son hereditarias e independiente de la inteligencia general y otras habilidades cognitivas. Habrá que estar atentos a sus resultados.

Los autores comentan que su estudio «proporciona la primera evidencia que apoya la hipótesis de la modularidad de un punto de vista genético» (sobre el reconocimiento facial). Entre tanto, la evidencia de la temprana aparición de este aspecto cognitivo en neonatos es de hecho evidencia de ello también. Precisamente, en el artículo «Neurociencia de la religión (V): cuando las intenciones del entorno tienen rostro» se refirió literatura tanto del carácter innato como filogenético del reconocimiento facial. Otros estudios lo confirman: Wilmer et al 2010Shakeshaft & Plomin 2015Wu et al. 2020. Interesantemente, este último estudio encuentra que el gen COMT y su mediador neuroquímico dopamina están detrás del reconocimiento facial. Ambos están precisamente involucrados en el pensamiento mágico. Por otro lado, su modularidad ya se hacia sugerente desde que se conoce su especificidad neuroanatómica (córtex fusiforme o regiones inferotemporal/temporoventral). Evidentemente, los datos de Zhu et al. son relevantes para la Ciencia Cognitiva de la Religión en tanto que la visión de rostros con significado emocional y religioso, como ocurre en la pareidolia tal como vimos en el articulo referido y dada su universalidad transcultural, nos remite a una regulación en última instancia de índole neurogenético, tal como aquí muestran Zhu et al

Véase en este gráfico un esquema de la conectividad en el sistema de reconocimiento facial. Nótese la conexión inmediata, en términos de fracciones de segundo, hacia la amígdala (AMG), que es aún más rápido con los rostros familiares, dando una gran profundidad emocional al proceso. Se indican las áreas ‘nucleares’ del sistema: IOG - giro occipital inferior, FG - giro fusiforme, STS - surco temporal superior; y las áreas ‘extendidas’ del mismo: AMG - amígdala, IFG - giro frontal inferior, OFC - córtex orbitofrontal. Las líneas negras indican efectos regionales significantes, las rojas efectos bilineares y las punteadas efectos no significantes (adaptado de Fairhall & Ishai 2006 p. 5).
Sin embargo, será necesario aclarar al lector que esto no significa que un caso de pareidolia como ver el rostro de la virgen en un sándwich «es» reconocimiento facial como estudiado por Zhu et al., porque implicaría, inconcebiblemente desde un punto de vista neurogenético, que los contenidos implícitos en los múltiples casos de pareidolia (rostros de vírgenes, demonios o incluso carentes de significado religioso) están pre-programados genéticamente. Como con otros aspectos cognitivos identificados en religión, la pareidolia religiosa luce tambien como el subproducto neurocognitivo de la coordinación entre el reconocimiento facial y otros procesos cerebro-mentales debido a que su significado emocional, a veces muy sobresaliente, implica mayores interacciones entre áreas diversas además del córtex fusiforme. Una consecuencia es que el reconocimiento facial junto con otros sistemas relacionados (agencia, Teoría de la Mente, procesos emocionales) pueden activarse de modo simultáneo y espontáneo ante estímulos que no son caras, sobretodo bajo ciertas condiciones, p.ej. estrés. Esto es la pareidolia.

Todo esto es sustancialmente diferente de las diferencias intrínsecas al propio procesamiento facial, tal como Zhu et al. pudieron distinguir de otros procesos cognitivos. Entre tanto es interesante que tal como Guthrie define cognitivamente el animismo como hiperactividad de la agencia, la pareidolia pueda serlo como percepción de caras provocada por objetos parecidos a caras, como sugieren Hadjikhani et al. 2009.

07 enero, 2010

CÓRTEX PREFRONTAL VENTROMEDIAL Y DORSOLATERAL: SUSTRATOS DE LOS PROCESOS EMOCIONALES

Por: Antonio Chávez
hnc.correo@gmail.com

Un nuevo estudio sobre las emociones en cerebros con daños focales en el lóbulo frontal arroja luz sobre las bases neurales de la Inteligencia Emocional. Krueger et al. (2009):

La inteligencia emocional (IE) se refiere a un conjunto de capacidades que son rasgos esenciales de la vida social humana. Aunque los sustratos neurales de la IE son virtualmente desconocidos, es bien sabido que la corteza prefrontal (CPF) desempeña un papel crucial en el comportamiento social-emocional humano. Estudiamos una muestra única de veteranos de combate del Vietnam Head Injury Study, que es un estudio prospectivo, de seguimiento a largo plazo de los veteranos con lesiones penetrantes en la cabeza. Administramos el Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test como una válida medida psicométrica estandarizada de comportamiento de la IE para examinar dos capacidades claves de la IE: (i) IE Estratégica como la capacidad para entender la información emocional y aplicarla para el manejo de uno mismo y de los demás y (ii) IE Experiencial como la capacidad para percibir la información emocional y aplicarla para la integración en el pensamiento. Los resultados revelaron que las capacidades claves que subyacen a la IE dependen de diferentes sustratos neurales en el CPF. En primer lugar, el daño en el CPF ventromedial disminuye la IE Estratégica, y por lo tanto, dificulta la comprensión y el manejo de la información emocional. En segundo lugar, el daño en el CPF dorsolateral disminuye la IE Experiencial, y por lo tanto, dificulta la percepción y la integración de la información emocional. En conclusión, la IE debería considerarse como complementaria a la inteligencia cognitiva y, cuando se consideran en conjunto, proporcionan una comprensión más completa de la inteligencia humana.

En la misma línea de investigación realizada p.ej. sobre el histórico accidente de Phineas Gage (que sirvió a Antonio Damasio para sentar una visión neurocientífica que integra razón y emoción -en concreto: la primera deriva de la segunda-, que ya apuntaba al área ventromedial frontal), estos nuevos datos sobre la emoción y el CPF, son de interés para la ciencia cognitiva de la religión. Como se ha visto previamente, el CPF juega un papel importante en el pensamiento mágico. Las diversas regiones dentro del lóbulo prefrontal funcionan como un sistema integrador cognitivo/emocional que genera una interpretación narrativa de los procesos de los córtex temporal y parietal, confiriendo así un significado socio–emocional al procesamiento visual y espaciotemporal. Neuroanatómicamente, el área dorsolateral (CPFDL) tiene mutuas conexiones exclusivas con los lóbulos temporal/parietal del cerebro y a su vez con todas las regiones prefrontales: orbital (CPFO), ventromedial (CPFVM) y medial (CPFM) (Estévez-González et al. 2000, p. 575 Tabla VIII; Krueger et al. 2009, p. 22488), por tanto la idea de conferencia prefrontal de significado socio-emocional a la percepción es bastante consistente con estos hallazgos de Krueger et al. sobre el CPFDL para «percibir información emocional e integrarla en el pensamiento».

La agencia, aspecto de identificación perceptual iniciado en las zonas temporal/parietal, adquiere una dimensión socio-emocional al finalizarse en el CPF: aquí se procesan las creencias sobre mundo que nos rodea. Precisamente, CPFDL y CPFVM juegan papeles fundamentales en la evaluación de conceptos y creencias religiosas, tal como se vió previamente, y de creencias en general (Harris et al. 2007). Más específicamente, el CPFVM está implicado en la afirmación de creencias, lo que, como notan Harris et al. debe asociarse a la expectativa de recompensa. Como se trató antes, el sistema dopaminérgico es un importante modulador funcional aquí, por lo que es evidente que está implicado en la convergencia cognición/emoción, seguramente de modo decisivo.

Las creencias sobrenaturales ciertamente encajan con el modelo IE Estratégica - CPFVM / IE Experiencial - CPFDL estudiado por Krueger et al. Los procesos perceptuales asociados a la agencia sobrenatural (intención, causalidad, que como se ha visto es eminentemente temporo/parieto-frontodorsal) convergen todos en el CPFDL donde, precisamente, se da la integración cognición/emoción; mientras que el CPFVM procesa el contenido emocional de las relaciones interpersonales. En tanto que las conductas repetitivas (que remiten a la conducta obsesiva o adictiva: Boyer & Lienard 2006; 2008) estructuran algo como el ritual religioso, parece que el aspecto específicamente conductual dentro de ello implica la expectativa de recompensa dopaminérgica (Alcorta & Sosis 2005) y por tanto al CPFVM (los autores enfocan el CPFO). De acuerdo con Alcorta & Sosis los aspectos religiosos socioculturales (p.ej. símbolos religiosos de alto contenido emocional, ritos de cambio social) modulan la expectativa de recompensa y así la conducta entre los individuos, siendo esto consistente con la IE Estratégica ventromedial.

En tanto que la identificación percepto-emocional se asocia al CPFDL (p.ej. atribución de agencia y atribución de contenido emocional) y lo socio-emocionalmente estratégico se asocia al CPFVM (p.ej. el valor emocional del ritual religioso como transacción social), esto puede corresponderse con un sistema también dual ritual/agencia estructurando la religión, siendo ambos aspectos, similarmente, más o menos independientes. Sería la propia interacción CPFDL-CPFVM, que se integra en el CPFDL mismo, lo que unifica la conducta ritual y la agencia sobrenatural.


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05 enero, 2010

LAS INFERENCIAS SOBRE DIOS SON SIMILARES A LAS INFERENCIAS SOBRE UNO MISMO

Por: Antonio Chávez
hnc.correo@gmail.com

Otro nuevo estudio, de Epley et al. 2009 (ver documento original insertado al final), analizando los sustratos neurales de las creencias sobre Dios y sobre uno mismo, aporta datos fuertemente consistentes con otros reportes de creencias autorreferenciales y sobre Dios comparadas con las creencias sobre otra persona. Pensar en uno mismo o en Dios implica mecanismos subyacentes muy similares, evidenciando las creencias en Dios como «sesgadas egocéntricamente». Como discuten los autores, el compás moral religioso, consistente en un agente sobrenatural (Dios) en último término, se sustenta en realidad en creencias autorreferenciales.

Este estudio es además consistente con otro anterior publicado en nuestro blog sobre la oración a Dios y la cognición social típica, mostrando que Dios es pensado «como una persona» (Schjoedt et al. 2009). Ambos estudios registraron actividad frontomedial, parietal (precuneus), temporoparietal y temporopolar. Véanse los artículos referidos al final para un análisis más extenso de estos datos.

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ÍNDICE TEMÁTICO

FUNDAMENTOS
¿Qué pensamos? ¿Qué buscamos?

LO HUMANO
La unidad cerebro-sociedad-cultura

UN ROMPECABEZAS: ANALIZANDO LA RELIGIÓN Y EL ATEÍSMO
Diversas disciplinas confluyen para ello
Generalidades
Modelos explicativos clásicos
Neurociencia