Por: Antonio Chávez
La escalada del conspiracionismo antivacuna en Facebook, proyectada hacia futuro (Johnson et al. 2020 p. 232). Con más interacciones entre páginas que lo difunden, convenciendo a los indecisos, el movimiento antivacunas creció durante 2019. Los autores del estudio: «estos hallazgos desafían nuestro conocimiento actual de que los individuos indecisos son una población de antecedentes pasivos en la batalla por ´los corazones y las mentes´». La educación y la divulgación científica tienen un problema serio.
1. DEFICIENTE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA.
Numerosos espacios de divulgación científica y escepticismo han comenzado a publicar sobre la pandemia de creencias pseudocientíficas y conspirativas. Otros continúan con su indiferencia social y siguen con el espacio, astronautas, y memes de burla hacia el conspiracionismo y la pseudociencia (éstos últimos pueden funcionar como desfogue de la tensión en el enfrentamiento ciencia vs pseudociencia). Todos han entrado en pánico a su manera racionalista: unos discuten qué hacer y otros entretienen. Al parecer se han encerrado en una burbuja que más bien parece, paradójicamente, un aferramiento irracional a la ciencia, abrumados por el contexto: hay evidencia empírica de que en las personas seculares (no religiosas) la creencia en la ciencia se incrementa ante el estrés y la falta de control (Farias et al. 2013; Rutjens et al. 2013; Coleman et al. 2019), y así, la discusión transhumanista por la inmortalidad ya es delirante (Singler 2017).
Aunque Internet se ha vuelto el medio más popular para obtener información científica, las redes sociales son fuente de desinformación sobre la vacunación sumada a la desconfianza en las autoridades médicas (Stecula et al. 2020), y los espacios virtuales de divulgación científica no están reflejando la popularidad real de las publicaciones científicas. Con base en Altmetric, por ejemplo, una fuente relativamente confiable de medición de impacto y alcance de la investigación dentro y fuera del ámbito científico (Thelwall & Nevill 2018), vemos que a pesar de que la medicina y la salud ocupan el mayor volumen de publicaciones populares, en notable contraste con la ausencia de la psicología (ver 2019; 2018; 2017; 2016; 2014), no son estas las noticias científicas más rebotadas en las páginas populares (y aquí la ausencia de la psicología es ya casi absoluta), donde la cobertura, como divulgación relativamente seria y/o como simple entretenimiento, en cambio se concentra como se decía en la física y la astronomía. Esto muy probablemente se asocie, por un lado, a la casi nula participación formal de Latinoamérica en la ciencia a escala mundial, de tal modo que la divulgación científica local simplemente amplifique este desinterés científico, y resulte mucho peor informada sobre ciencias de la mente (neurociencia, ciencia cognitiva, psicología). Por otro lado, puede ser un reflejo local de la mayor cobertura mediática que en Estados Unidos recibieron, por mencionar algunos ejemplos notables, el bosón de Higgs, el descubrimiento de supuestos planetas con agua, el relanzamiento de Cosmos, el primer avistamiento de un agujero negro, y en medio de la pandemia de covid-19 el vuelo del SpaceX. No hay equivalente mediático respecto a la neurociencia o la ciencia cognitiva.
Colaboración científica por regiones del mundo para 2014 (Altmetric 2014). Nótese la pobre presencia latinoamericana (South America y Central America en el gráfico).
Pero esta misma selectividad de unos conocimientos e intrínseco desinterés en otros, que durante años han conformado ‘la ciencia’ que divulgan, es una poderosa causa de que tantas personas se hayan entregado a las creencias conspiracionistas y las falsas curas, porque no han sido entrenadas desde su infancia en ‘inmunización cognitiva’ sino en Sagan y estrellas, cosas con las que poco o nada hacen ante una pandemia. Por otro lado los protocolos de salud están informados sobre medicina pero no en cognición. Está claro hace mucho la falta de cultura científica, lo que no está claro es cómo realizarla. Por ejemplo, para las autoridades de la salud una entrevista interpersonal con un médico puede ser convincente sobre la vacunación, si se empatiza con el cliente y se lidia con su resistencia a la vacuna sin antagonizar con sus puntos de vista (Stecula et al. 2020). También Francisco Mora nos da una clave consistente: «muy poco se puede enseñar y aprender bien si no esta mediado por la emoción». Para lograr esto, la divulgación científica necesita hacer autocrítica y superar tres obstáculos propios e internos: el menosprecio por las ciencias de la mente, el mito de que la razón domina la emoción o que le es un obstáculo, y replantear el aprendizaje de la ciencia desde la neurociencia cognitiva. Debe evitarse avergonzar, ridiculizar o marginar al público (Molteni 2020).
2. INCERTIDUMBRE, ESTRÉS Y PENSAMIENTO MÁGICO.
Otra causa es que, debido a lo anterior, el analfabetismo científico sobre cómo funciona la investigación médica empuja naturalmente a las personas a hacer sus propios ‘pruebas y ensayos’ caseros. La experimentación científica de nuevas medicinas es un proceso lento, y los diferentes resultados que se van publicando, explotados por el amarillismo periodístico, crean una profunda incertidumbre en el público general, que sumada a la crisis económica y social, dispara el estrés y la ansiedad. Esto desencadena la respuesta de estrés y el pensamiento mágico, y lo que sigue es buscar alivio emocional en cualquier cura y planes ocultos. Tal situación es fácil de manipular bajo interés político, no obstante no necesariamente es causada por una agenda política (algo asociado más bien a la toma racional de decisiones), como lo prueban dos funestos hechos recientes: una agresión a ingenieros de antenas 5G por creer que transmiten covid-19, y una aplicación de medicina veterinaria contra el covid-19 como salvación contra el demonio y el fin del mundo, ambos hechos en comunidades rurales lejanas del Perú. Pero no hemos sido educados bajo la ciencia de estos fenómenos mentales, y es tarde porque allí en el mapa donde más investigación hay, es donde más incertidumbre se percibe y donde ha surgido el conspiracionismo, que se amplifica en lugares con pobre educación como Latinoamérica, tal como vemos.
Mapa de ensayos clínicos experimentales para covid-19 (fuente: Ojo Público 2020). Hasta cierto punto, las creencias conspiracionistas han escalado allí donde hay más ciencia sobre el covid-19. Es una paradoja sociocultural que sin embargo es coherente cognitivamente.
El pensamiento mágico ha sido muy estudiado en psicología y ciencia cognitiva, y está ampliamente sentado que surge de modo natural y en cualquier ámbito, sin importar que se tenga incluso educación científica. Emily Pronin p. ej. nos informa que «cuando las personas reconocen que el control de los eventos de la vida puede ser imposible de lograr, las creencias mágicas pueden emerger de una motivación por buscar el “significado” de lo que no pueden controlar». Así pues como un mecanismo que alivia la incertidumbre y el estrés, el pensamiento mágico se ha documentado en guerras, crisis política y social, enfermedades y desastres (ver aquí diversos estudios). En tanto es cierto que el conocimiento de un problema crea comprensión y alivio para afrontarlo, nótese la profunda necesidad de divulgar esta ciencia que se deja de lado.
Neurobiología del pensamiento mágico conspiracionista. de arriba hacia abajo (córtex → respuesta de estrés) percepción del estímulo estresante↓disparo del núcleo de agencia (córtex temporal/parietal: reconocimiento biológico, facial, de mirada, de intención, física intuitiva, todo lo que es ya pensamiento mágico)+ emoción (amígdala, sistema límbico)↓activación de la respuesta de estrés (eje límbico-hipotalámico-pituitario-adrenal) de abajo hacia arriba (respuesta de estrés → córtex) activación de expectativa de recompensa (dopamina) y socialización (oxitocina, vasopresina)↓hiperagencia (córtex temporal/parietal, prefrontal medial, amígdala, hipocampo) = pensamiento mágico+ profunda experiencia emocional-social↓creencia mágica / posible inhibición
Diagrama de la jerarquía dinámica neuro-cultural con dos ejemplos: los procesos implícitos/inconscientes de la vigilancia sobrenatural y el reconocimiento facial, resultando en creencias explícitas/conscientes culturalmente perfiladas. Las líneas gruesas indican conexión robusta, y las líneas punteadas conexión débil o relativa. Esto refiere a las situaciones en las que p. ej. bajo condiciones de respuesta veloz/inadvertida, o patológicas, la agentividad y el pensamiento mágico dominan el lenguaje (aún si conscientemente nos declaramos descreyentes o escépticos). Ver el ensayo completo sobre la neurobiología del pensamiento mágico. (Hacer click en la imagen para ampliarla.)
Gerd Gigerenzer, quien investiga la intuición probabilística que estructura las inferencias causales, va más lejos aun: nos conmina a aprender a convivir con la incertidumbre en tanto no podemos evitar elaborar intuiciones, que tienen un intrínseco carácter mágico como vemos. En suma, todo lo mostrado hubiera sido una estrategia consistente para entrenar al público, e informar planes de salud multidisciplinarios médicos y cognitivos ante los desastres. ¿Aprenderemos?
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Bibliografía:
📑 Johnson, N.F., Velásquez, N., Restrepo, N.J. et al. The online competition between pro- and anti-vaccination views. Nature 582, 230–233 (2020).
📑 Farias M, Newheiser AK, Kahane G, de Toledo Z. Scientific faith: Belief in science increases in the face of stress and existential anxiety. J Exp Soc Psychol. 2013;49(6):1210-1213.
📑 Rutjens, B. T., van Harreveld, F., & van der Pligt, J. (2013). Step by Step: Finding Compensatory Order in Science. Current Directions in Psychological Science, 22(3), 250–255.
📑 Coleman, Thomas Joseph et al. “An Atheist Perspective on Self-Esteem and Meaning Making while under Death Awareness.” (2019).
📑 Singler B. fAIth. The most avid believers in artificial intelligence are aggressively secular – yet their language is eerily religious. Why? Aeon 13 June 2017.
📑 Dominik Andrzej Stecula, Ozan Kuru, Kathleen Hall Jamieson. How Trust in Experts and Media Use Affect Acceptance of Common Anti-Vaccination Claims. Harvard Kennedy School Misinformation Review, 2020.
📑 Mike Thelwall, Tamara Nevill, Could scientists use Altmetric.com scores to predict longer term citation counts?, Journal of Informetrics, Volume 12, Issue 1, 2018, Pages 237-248.
📑 Francisco Mora. EL CEREBRO SOLO APRENDE SI HAY EMOCIÓN. Entrevista por Educación 3.0. 05/09/2019.
📑 Molteni. AN ARMY OF VOLUNTEERS IS TAKING ON VACCINE DISINFORMATION ONLINE. Wired. 06.15.2020.
📑 Gigerenzer G. Why what does not kill us makes us panic. The Japan Times, Mar 21 2020.
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