30 julio, 2020

CONDUCTA HUMANA, COVID-19, Y DIVULGACIÓN CIENTÍFICA DEFICIENTE: ¿VAMOS A SOLUCIONAR LA PANDEMIA VOLANDO AL ESPACIO O SIENDO INMORTALES?

Por: Antonio Chávez

Empecemos con algo de ciencia útil para comprender las circunstancias actuales bajo la pandemia del covid-19: la importancia evolutiva del contacto social, el juego, y porqué la añoranza de la vida social en esta situación. La bióloga, zoóloga y antropóloga evolutiva Isabel Behncke, ya nos dice algo muy interesante. Cito (énfasis original):
«(El historiador israelí Yuval Noah) Harari escribió este libro muy famoso que se llama “De animales a dioses: una breve historia de la humanidad”. Yo no veo dónde están los dioses.
O sea, me encanta el libro, pero hoy día lo editaría y le pondría "semi dioses", porque por supuesto que si fuéramos dioses una hebra de ARN no nos tendría de rodillas.
Hay una lección de humildad tremenda.
Pero al mismo tiempo que nos tiene de rodillas, a nosotros por el miedo y a nuestros sistemas económicos que están colapsando, estamos explorando Marte. Esa contradicción es muy humana.
»
Exactamente: hay lo que bien puede ser arrogancia por parte de, por ejemplo, los divulgadores científicos. Pero también miedo. Ya sabemos que las personas religiosas se aferran más a sus creencias, y pueden desconfiar de la ciencia, bajo el miedo y la incertidumbre. Pero las personas no religiosas no son diferentes y solo cambia el objeto al que se aferran: hay evidencia empírica de que en los ateos y los escépticos la creencia en la ciencia se incrementa ante el estrés y la falta de control (Farias et al. 2013; Rutjens et al. 2013; Coleman et al. 2019).

Esto puede ser positivo, pero también perjudicial, y bastante si hablamos de la ciencia, o más bien de ciertos espacios vinculados a su divulgación, y su consciencia social en esta pandemia. Veamos: también hay pruebas empíricas de que el pensamiento mágico (intuir conexiones, causas e intenciones ocultas) se incrementa en cualquier persona bajo estrés, con o sin educación científica. Entonces ¿qué pasa con ese mayor aferramiento a la ciencia en estas condiciones?
 
Que pueden surgir discursos ilusos y fantasiosos de lo que podría hacer la ciencia para ”salvarnos” con supuestas tecnologías y en supuestos futuros, bajo una aparente racionalidad. El transhumanismo es el más obvio ejemplo: sus seguidores nos hablan de la inmortalidad en medio de la mortandad de la pandemia, bajo un lenguaje indistinguible de la religión como encuentra Singler (2017). Estamos ante una formidable mezcla paradójica de pensamiento mágico y científico. Como dilucida Singler: ante lo indescriptible, lo futuro, «incluso los más seculares entre nosotros se ven obligados a buscar un léxico metafísico».

Interesante desde el punto de vista de los sesgos cognitivos, el pobre interés de los divulgadores científicos en problemas socialmente sensibles, en medio de la pandemia de covid-19, se encuentra mejor caracterizado por el discurso de inmortalidad del transhumanismo. Por ejemplo Zoltan Istvan, evangelista de este discurso, quiere ser presidente de Estados Unidos prometiendo ciber-terminar con las enfermedades, aunque en una entrevista reciente no dice una palabra sobre el covid-19, además de no estar del todo de acuerdo con la cuarentena o al menos no sobre lo que le gusta personalmente. Elon Musk, cuyo SpaceX recibió una eufórica cobertura (hasta los artículos personales de los astronautas eran “noticia”) en cualquier sitio de ciencia en medio de la pandemia, calificó el pánico como «tonto», llamó «fascistas» a las medidas de cuarentena, dice que las pirámides de Egipto son alienígenas, y se jacta de que sus ganancias no han disminuido en estas circunstancias, en una patente muestra de espíritu de negociante antes que de científico.
Hay también un interesante trasfondo sociológico aquí: la dominación masculina tanto en la divulgación científica virtual, como en las áreas científicas (física y tecnología) de donde más provienen los divulgadores e “influencers” (ver p.ej. aquí, o aquí; ver también La preferencia por la «ciencia exacta» es un sesgo masculino). Todo esto sugiere una compleja interdependencia cognitiva entre el pensamiento mágico, la indiferencia social, y la desigualdad de género, que puede ahondar la crisis de desinformación e incertidumbre.
Esta disección del delirio transhumanista hace eco simultáneamente de, por un lado, los estudios sobre la persistencia del pensamiento mágico en la ciencia, y, por otro lado, los estudios del incremento del pensamiento mágico bajo incertidumbre y estrés, el exacto escenario en el que estamos. En otras palabras: esta inmortalidad transhumanista es una manera de afrontar la pandemia, un miedo ancestral a la muerte que se encubre con moderna arrogancia tecnológica. Esto tiene una lógica adaptativa en términos de afrontamiento del estrés. Pero tiene consecuencias problemáticas. 

Una excesiva y delirante/irracional confianza depositada hacia la ciencia como afrontamiento del estrés, más fuerte entre más uniforme sea el grupo (p.ej. la comunidad transhumanista, los círculos de ateísmo, escepticismo, divulgación científica), va con la deshumanización de las personas fuera del grupo (patente en la ridiculización y subestimación intelectual que practican los grupos ateos, escépticos, etc.), y una consiguiente minimización o menosprecio de los asuntos externos en los que estén involucradas estas personas. Esto simplemente porque así funciona la cognición de grupo y el sesgo intragrupal/extragrupal (ver p.ej. Hewstone et al. 2002; McLoughlin & Over 2018). 
 
De ahí que temas indisociables de esta pandemia, como las motivaciones socioemocionales de las personas, el incremento de la violencia sexual durante los desastres, el empeoramiento del aspecto psiquiátrico, o la propia cognición de las teorías conspirativas, todos los cuáles son serios e inmediatos problemas que necesitan atención, o bien están completamente ausentes en el mundo secular, o bien están opacados por la atención hacia la física, la exploración espacial y el ciberfuturismo.

¿Así lidiamos con la pandemia, desentendiéndonos de ella? Porque, al margen de criterios personales, no existe razón alguna para creer que esos temas sean menos científicos. Efectivamente, como dice Isabel Behncke, es una contradicción. Y de hecho no refleja la investigación real en la comunidad científica: hay más estudios del campo de la medicina y la salud que de física e inteligencia artificial (ver p.ej. Almetric 2019 o 2018), lo que significa que la divulgación científica que hacen los espacios transhumanistas, escépticos, etc., no es tal, porque están prefiriendo temas que en realidad no son prioridad científica, por decir lo menos.

Toda la investigación científica puede ser justificable, pero no toda ella es lo que se necesita ahora, y hay discursos que son más bien irrealistas. Admitámoslo. Si bien la búsqueda de una vacuna recibe cobertura mediática en estos momentos, se siguen dejando de lado asuntos igual o más importantes, porque nuestra maquinaria cognitiva para afrontar esta pandemia, que ha evolucionado mucho antes de la teoría de gérmenes, puede ser hoy un peor obstáculo que el tiempo que tarda en lograrse la cura y cualquier tecnología disponible: la oposición a la vacuna, que en diez años dominará el mundo, y que urge de nuevos marcos teóricos explicativos (Johnson et al. 2020). 
 
Hay que recordar que las pandemias globales están entre los escenarios primarios de extinción humana, que nos falta preparación, y que por ello estamos obligados a crear una cultura científica de prevención biológica y psicológica. Tenemos que hablar de los saberes al respecto, y es una responsabilidad social de todos, pero sobretodo de quienes divulgan ciencia. Luego podemos fantasear con viajar al espacio (que ya para eso tenemos montañas de películas y series con finales felices). Sino, puede que no queden científicos que lo hagan posible ni personas que vuelen.

Temas relacionados: 

Bibliografía:

📑 Pais A. "Lo que estoy observando con humanos en confinamiento no es muy distinto a los loros enjaulados a los que vi sacarse las plumas": entrevista con la científica chilena Isabel Behncke. BBC, 23 julio 2020.
📑 Farias M, Newheiser AK, Kahane G, de Toledo Z. Scientific faith: Belief in science increases in the face of stress and existential anxiety. J Exp Soc Psychol. 2013;49(6):1210-1213.
📑 Rutjens, B. T., van Harreveld, F., & van der Pligt, J. (2013). Step by Step: Finding Compensatory Order in Science. Current Directions in Psychological Science, 22(3), 250–255.
📑 Coleman, Thomas Joseph et al. “An Atheist Perspective on Self-Esteem and Meaning Making while under Death Awareness.” (2019).
📑 Singler B. fAIth. The most avid believers in artificial intelligence are aggressively secular – yet their language is eerily religious. Why? Aeon 13 June 2017.
📑 Hewstone, M., Rubin, M., & Willis, H. (2002). Intergroup bias. Annual Review of Psychology, 53, 575-604.
📑 Niamh McLoughlin, Harriet Over (2018). The developmental origins of dehumanization. Advances in child development and behavior 54, 153-178.
📑 Johnson, N.F., Velásquez, N., Restrepo, N.J. et al. The online competition between pro- and anti-vaccination views. Nature 582, 230–233 (2020).



06 julio, 2020

¿EL ATEÍSMO ES ANALÍTICO? ¿ESTÁ REALMENTE LIBRE DE CRISTIANISMO?

Por: Antonio Chávez
Hoy ya no se discute que la religión sea un objeto legítimo de estudio científico: en tanto no es sino un fenómeno psicológico y social humano, es perfectamente abordable por el empirismo científico. De hecho, Charles Darwin mismo abrió el camino desde el evolucionismo para llegar a entender la religión, aunque no es hasta inicios de los años 80s cuando surgieron los fundamentos de la Ciencia Cognitiva de la Religión, un campo que se formaliza aún en los 90s como multidisciplinario, donde convergen ciencia cognitiva, antropología, neurociencia, biología, y comparativa de religiones, ya que, no quepa duda tampoco, lo que llamamos ‘religión’ es un aspecto exclusivamente humano tan antiguo como complejo. Entre otros cuyo núcleo es explicar naturalistamente la religión en general, se enmarcan aquí los estudios específicos de las creencias religiosas y sus correlatos psicólogos y neurales, en la última década, y un poco más recientemente se están dilucidando las bases cognitivas de la descreencia religiosa y el ateísmo.

Aunque pudo ser previsto por varios filósofos antes, es cualitativamente diferente el saber empírico actual de que el teísmo es fundamentalmente intuitivo, mientras que el ateísmo aparenta ser analítico. Y, algo que definitivamente no podía ser descubierto sino por las estrategias psicológicas es que, mientras el primero simplemente se corresponde con y deriva de ciertos procesos automáticos e inconscientes, el segundo es exclusivamente un esfuerzo deliberado y consciente para contener la maquinaria intuitiva. Hay que tener en cuenta que el cerebro humano no es un órgano que evolucionó para distinguir la verdad de la mentira, sino para que el individuo se adapte y sobreviva tanto al entorno natural como social. En centésimas de segundo podemos tener una intuición disparada por la mínima información sensorial a la mano, y así la primera impresión es que la tierra “parece” plana, que el relámpago “quiere” caernos, o que el ruido en la hojarasca “es un” depredador escondido. Si el cerebro primero hubiera pretendido dudar, evaluar, comparar y deducir la mejor estrategia de acción, simplemente no existiríamos como especie. Por supuesto, también evolucionó otra estrategia cognitiva: el análisis. Pero éste adquirió relevancia cuando el humano se hizo sedentario y desarrolló la civilización, aspectos que ciertamente a su vez se deben a él. Las creencias religiosas, para decirlo resumidamente, parten de intuiciones como ver caras en las nubes para razonar que puede tratarse de una entidad vigilante, mientras la descreencia consiste en volver a razonar que simplemente se trata de una nube que no pretende nada, pero, el precedente intuitivo de verle una cara a la nube simplemente persistirá.

Esta perspectiva de entendimiento es fundamental para comprender el siguiente fenómeno descubierto: si bien el ateísmo es una negación de naturaleza consciente, deliberada y verbal de Dios (sin tener que discutir si también es la negación de cualquier entidad mágica o sobrenatural, porque en realidad no necesariamente lo es), en el aspecto intuitivo e inconsciente no hay una desaparición no solo del pensamiento mágico, sino que la enculturación teísta-cristiana también persiste. Y es que, además de ser un hecho ampliamente demostrado que las inferencias automáticas necesariamente persisten, también pueden prevalecer dadas ciertas circunstancias apremiantes naturales, o, artificialmente bajo las técnicas de preguntas capciosas de un experimento psicológico. Difícilmente nos percatamos de ello: hay reportes empíricos de ateos que se sienten emocionalmente perturbados si piensan que Dios les puede matar, o que aprueban un argumento a favor de la vida después de la muerte respecto a sí mismos si son distraídos con un ensayo antipatriota que rechazarán (ver La descreencia en Dios es analítica ¿o no?). Parece extraño pero tiene lógica y es consistente con la ciencia cognitiva: además del pensamiento mágico persistente, la enculturación cristiana asociada a éste durante la niñez, puede también persistir implícita e inconscientemente durante el resto de la vida, independiente de la explícita y consciente negación de Dios. O por lo menos, no habría otra explicación. Y esto tendrá importancia para efectos de evaluar y afrontar ciertas problemáticas de la sociedad: si el aprendizaje cristiano es persistente implícitamente entre ateos, entonces también lo son sus aspectos más negativos (ver Cristianismo y psicopatía), que se harán más o menos explícitos ante determinados temas que doctrinalmente rechaza el cristianismo.

Porcentajes pequeños pero notables de posturas entre ateos que probablemente sean rastros de enculturación cristiana (y que serían supuestamente inadmisibles de acuerdo a la autoproclamación popular de los ateos como "iluminados de la razón") (Cuadros extraídos de las estadísticas “Religious Landscape Study - Atheists”, Pew Research Center, 2014).

19 junio, 2020

CAUSAS DE LA ESCALADA DEL CONSPIRACIONISMO CON EL COVID-19

Por: Antonio Chávez
La escalada del conspiracionismo antivacuna en Facebook, proyectada hacia futuro (Johnson et al. 2020 p. 232). Con más interacciones entre páginas que lo difunden, convenciendo a los indecisos, el movimiento antivacunas creció durante 2019. Los autores del estudio: «estos hallazgos desafían nuestro conocimiento actual de que los individuos indecisos son una población de antecedentes pasivos en la batalla por ´los corazones y las mentes´». La educación y la divulgación científica tienen un problema serio. 

 
1. DEFICIENTE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA.

Numerosos espacios de divulgación científica y escepticismo han comenzado a publicar sobre la pandemia de creencias pseudocientíficas y conspirativas. Otros continúan con su indiferencia social y siguen con el espacio, astronautas, y memes de burla hacia el conspiracionismo y la pseudociencia (éstos últimos pueden funcionar como desfogue de la tensión en el enfrentamiento ciencia vs pseudociencia). Todos han entrado en pánico a su manera racionalista: unos discuten qué hacer y otros entretienen. Al parecer se han encerrado en una burbuja que más bien parece, paradójicamente, un aferramiento irracional a la ciencia, abrumados por el contexto: hay evidencia empírica de que en las personas seculares (no religiosas) la creencia en la ciencia se incrementa ante el estrés y la falta de control (Farias et al. 2013; Rutjens et al. 2013; Coleman et al. 2019), y así, la discusión transhumanista por la inmortalidad ya es delirante (Singler 2017).

Aunque Internet se ha vuelto el medio más popular para obtener información científica, las redes sociales son fuente de desinformación sobre la vacunación sumada a la desconfianza en las autoridades médicas (Stecula et al. 2020), y los espacios virtuales de divulgación científica no están reflejando la popularidad real de las publicaciones científicas. Con base en Altmetric, por ejemplo, una fuente relativamente confiable de medición de impacto y alcance de la investigación dentro y fuera del ámbito científico (Thelwall & Nevill 2018), vemos que a pesar de que la medicina y la salud ocupan el mayor volumen de publicaciones populares, en notable contraste con la ausencia de la psicología (ver 2019; 2018201720162014), no son estas las noticias científicas más rebotadas en las páginas populares (y aquí la ausencia de la psicología es ya casi absoluta), donde la cobertura, como divulgación relativamente seria y/o como simple entretenimiento, en cambio se concentra como se decía en la física y la astronomía. Esto muy probablemente se asocie, por un lado, a la casi nula participación formal de Latinoamérica en la ciencia a escala mundial, de tal modo que la divulgación científica local simplemente amplifique este desinterés científico, y resulte mucho peor informada sobre ciencias de la mente (neurociencia, ciencia cognitiva, psicología). Por otro lado, puede ser un reflejo local de la mayor cobertura mediática que en Estados Unidos recibieron, por mencionar algunos ejemplos notables, el bosón de Higgs, el descubrimiento de supuestos planetas con agua, el relanzamiento de Cosmos, el primer avistamiento de un agujero negro, y en medio de la pandemia de covid-19 el vuelo del SpaceX. No hay equivalente mediático respecto a la neurociencia o la ciencia cognitiva.

Colaboración científica por regiones del mundo para 2014 (Altmetric 2014). Nótese la pobre presencia latinoamericana (South America y Central America en el gráfico).
Pero esta misma selectividad de unos conocimientos e intrínseco desinterés en otros, que durante años han conformado ‘la ciencia’ que divulgan, es una poderosa causa de que tantas personas se hayan entregado a las creencias conspiracionistas y las falsas curas, porque no han sido entrenadas desde su infancia en ‘inmunización cognitiva’ sino en Sagan y estrellas, cosas con las que poco o nada hacen ante una pandemia. Por otro lado los protocolos de salud están informados sobre medicina pero no en cognición. Está claro hace mucho la falta de cultura científica, lo que no está claro es cómo realizarla. Por ejemplo, para las autoridades de la salud una entrevista interpersonal con un médico puede ser convincente sobre la vacunación, si se empatiza con el cliente y se lidia con su resistencia a la vacuna sin antagonizar con sus puntos de vista (Stecula et al. 2020). También Francisco Mora nos da una clave consistente: «muy poco se puede enseñar y aprender bien si no esta mediado por la emoción». Para lograr esto, la divulgación científica necesita hacer autocrítica y superar tres obstáculos propios e internos: el menosprecio por las ciencias de la mente, el mito de que la razón domina la emoción o que le es un obstáculo, y replantear el aprendizaje de la ciencia desde la neurociencia cognitiva. Debe evitarse avergonzar, ridiculizar o marginar al público (Molteni 2020). 


2. INCERTIDUMBRE, ESTRÉS Y PENSAMIENTO MÁGICO.

Otra causa es que, debido a lo anterior, el analfabetismo científico sobre cómo funciona la investigación médica empuja naturalmente a las personas a hacer sus propios ‘pruebas y ensayos’ caseros. La experimentación científica de nuevas medicinas es un proceso lento, y los diferentes resultados que se van publicando, explotados por el amarillismo periodístico, crean una profunda incertidumbre en el público general, que sumada a la crisis económica y social, dispara el estrés y la ansiedad. Esto desencadena la respuesta de estrés y el pensamiento mágico, y lo que sigue es buscar alivio emocional en cualquier cura y planes ocultos. Tal situación es fácil de manipular bajo interés político, no obstante no necesariamente es causada por una agenda política (algo asociado más bien a la toma racional de decisiones), como lo prueban dos funestos hechos recientes: una agresión a ingenieros de antenas 5G por creer que transmiten covid-19, y una aplicación de medicina veterinaria contra el covid-19 como salvación contra el demonio y el fin del mundo, ambos hechos en comunidades rurales lejanas del Perú. Pero no hemos sido educados bajo la ciencia de estos fenómenos mentales, y es tarde porque allí en el mapa donde más investigación hay, es donde más incertidumbre se percibe y donde ha surgido el conspiracionismo, que se amplifica en lugares con pobre educación como Latinoamérica, tal como vemos.

Mapa de ensayos clínicos experimentales para covid-19 (fuente: Ojo Público 2020). Hasta cierto punto, las creencias conspiracionistas han escalado allí donde hay más ciencia sobre el covid-19. Es una paradoja sociocultural que sin embargo es coherente cognitivamente.

El pensamiento mágico ha sido muy estudiado en psicología y ciencia cognitiva, y está ampliamente sentado que surge de modo natural y en cualquier ámbito, sin importar que se tenga incluso educación científica. Emily Pronin p. ej. nos informa que «cuando las personas reconocen que el control de los eventos de la vida puede ser imposible de lograr, las creencias mágicas pueden emerger de una motivación por buscar el “significado” de lo que no pueden controlar». Así pues como un mecanismo que alivia la incertidumbre y el estrés, el pensamiento mágico se ha documentado en guerras, crisis política y social, enfermedades y desastres (ver aquí diversos estudios). En tanto es cierto que el conocimiento de un problema crea comprensión y alivio para afrontarlo, nótese la profunda necesidad de divulgar esta ciencia que se deja de lado.

Neurobiología del pensamiento mágico conspiracionista.

 de arriba hacia abajo (córtex → respuesta de estrés)
     
percepción del estímulo estresante
disparo del núcleo de agencia (córtex temporal/parietal: reconocimiento biológico, facial, de mirada, de intención, física intuitiva, todo lo que es ya pensamiento mágico)
+ emoción (amígdala, sistema límbico) 
activación de la respuesta de estrés (eje límbico-hipotalámico-pituitario-adrenal)

de abajo hacia arriba (respuesta de estrés → córtex)

activación de expectativa de recompensa (dopamina) y socialización (oxitocina, vasopresina)
hiperagencia (córtex temporal/parietal, prefrontal medial, amígdala, hipocampo) = pensamiento mágico     
+ profunda experiencia emocional-social      
creencia mágica / posible inhibición


Diagrama de la jerarquía dinámica neuro-cultural con dos ejemplos: los procesos implícitos/inconscientes de la vigilancia sobrenatural y el reconocimiento facial, resultando en creencias explícitas/conscientes culturalmente perfiladas. Las líneas gruesas indican conexión robusta, y las líneas punteadas conexión débil o relativa. Esto refiere a las situaciones en las que p. ej. bajo condiciones de respuesta veloz/inadvertida, o patológicas, la agentividad y el pensamiento mágico dominan el lenguaje (aún si conscientemente nos declaramos descreyentes o escépticos). Ver el ensayo completo sobre la neurobiología del pensamiento mágico.
(Hacer click en la imagen para ampliarla.)

Gerd Gigerenzer, quien investiga la intuición probabilística que estructura las inferencias causales, va más lejos aun: nos conmina a aprender a convivir con la incertidumbre en tanto no podemos evitar elaborar intuiciones, que tienen un intrínseco carácter mágico como vemos. En suma, todo lo mostrado hubiera sido una estrategia consistente para entrenar al público, e informar planes de salud multidisciplinarios médicos y cognitivos ante los desastres. ¿Aprenderemos?


Temas relacionados: 

Bibliografía:

📑 Johnson, N.F., Velásquez, N., Restrepo, N.J. et al. The online competition between pro- and anti-vaccination views. Nature 582, 230–233 (2020).
📑 Farias M, Newheiser AK, Kahane G, de Toledo Z. Scientific faith: Belief in science increases in the face of stress and existential anxiety. J Exp Soc Psychol. 2013;49(6):1210-1213.
📑 Rutjens, B. T., van Harreveld, F., & van der Pligt, J. (2013). Step by Step: Finding Compensatory Order in Science. Current Directions in Psychological Science, 22(3), 250–255.
📑 Coleman, Thomas Joseph et al. “An Atheist Perspective on Self-Esteem and Meaning Making while under Death Awareness.” (2019).
📑 Singler B. fAIth. The most avid believers in artificial intelligence are aggressively secular – yet their language is eerily religious. Why? Aeon 13 June 2017.
📑 Dominik Andrzej Stecula, Ozan Kuru, Kathleen Hall Jamieson. How Trust in Experts and Media Use Affect Acceptance of Common Anti-Vaccination Claims. Harvard Kennedy School Misinformation Review, 2020.
📑 Mike Thelwall, Tamara Nevill, Could scientists use Altmetric.com scores to predict longer term citation counts?, Journal of Informetrics, Volume 12, Issue 1, 2018, Pages 237-248.
📑 Francisco Mora. EL CEREBRO SOLO APRENDE SI HAY EMOCIÓN. Entrevista por Educación 3.0. 05/09/2019.
📑 Molteni. AN ARMY OF VOLUNTEERS IS TAKING ON VACCINE DISINFORMATION ONLINE. Wired. 06.15.2020.
📑 Gigerenzer G. Why what does not kill us makes us panic. The Japan Times, Mar 21 2020.


03 junio, 2020

INCERTIDUMBRE → DOGMATISMO RELIGIOSO, PERO TAMBIÉN ATEO

Por: Antonio Chávez
«En este artículo, sugerimos que las creencias dogmáticas, manifestadas como creencias fuertes de que no hay Dios (es decir, ateísmo dogmático), así como creencias fuertes en Dios (es decir, ortodoxia religiosa), pueden servir como una respuesta cognitiva a la incertidumbre. Además, afirmamos que las personas que dogmáticamente no creen en la religión y aquellos que creen dogmáticamente en la religión son igualmente propensos a la intolerancia y los prejuicios hacia grupos que violan sus valores importantes. Esto se debe a que el prejuicio hacia estos grupos puede ser una estrategia eficiente para proteger la certeza que brindan las creencias fuertes. Probamos estos supuestos en dos estudios. En el Estudio 1 y el Estudio 2, demostramos que las creencias dogmáticas median la relación entre la intolerancia a la incertidumbre en ambas, la ortodoxia religiosa y el ateísmo dogmático.»1
Una breve descripción del estudio se ofrece en Epiphenom .2 Téngase en cuenta que las creencias dogmáticas son simplemente las tenidas por ciertas e innegables (no es que necesariamente sean religiosas), por lo que no debe contrariar que se descubran en ateos, porque de hecho éstos pueden ser tan intolerantes p.ej. hacia la homosexualidad y a las propias críticas hacia el ateísmo, como lo son los cristianos a los mismos asuntos. Y es que, como el reconocido escéptico y ateo Paul Kurtz afirmó: «hay varias formas de ateísmo históricamente, y una persona puede volverse atea por una variedad de razones: nacimiento, etnicidad, sentimiento, pasión, costumbre, autoridad. Causas personales, idiosincráticas, y autobiográficas no son necesariamente racionales. En general, sugeriría dos tipos de ateísmo: (a) el rechazo de la creencia en Dios(es) sin base racional, una forma de ateísmo dogmático, y (b) el análisis reflexivo del teísmo y su rechazo por falta de fundamentos racionales o por evidencia positiva a favor de un punto de vista alternativo ateísta.»3

Lo que Kurtz sostuvo desde la filosofía hoy tiene ya base desde la psicología y la neurociencia, aunque con una consistencia empírica que apunta a cuatro líneas motivacionales diferentes, y quizás el ‘ateísmo dogmático’ de Kurtz se corresponda con el ateísmo incrédulo y/o el apateísmo de Gervais et al. 2018 (ambos, por aprendizaje e indiferencia respectivamente, implican ausencia de reflexión analítica como causa psicológica más importante para dejar de creer en Dios).4 El asunto es que los estudios recientes ponen en evidencia un ‘sesgo intelectualista’ entre ateos (Langston & Colleman 2019), algo en consonancia con el estudio de la apertura y que probablemente es un secreto a voces: la sobrevaloración de su propia racionalidad como individuo ateo y de la racionalidad de los ateos como grupo. Los momentos de incertidumbre endurecen esta postura.

Es notable que muchos suelan replicar en modo automático irreflexivo, ante cualquier exposición de irracionalidad en otro ateo, que no es un «ateo verdadero» o que es uno «falso» o un «creyente que dice que es ateo». Todas estas expresiones, pero también el negacionismo reaccionario, apuntan a lo mismo: una esencia racional pura e inmaculada en cada ateo, como sesgo de grupo, que al primer defecto se descarta como tal y se convierte en teísta, o sea el grupo contrario que viola su esencialidad racional. Si Kurtz pudo identificar un ateísmo dogmático, entonces otros ateos también podemos hacer autocrítica e invitar aún a otros más a cuestionarse y rechazar ciertas posturas, porque, lo peor más evidente que puede pasar, que ya ocurre, es convergir con el teísmo dogmático en prejuicios nefastos.

Adaptado de Epiphenom.

Referencias:

1. Many faces of dogmatism: Prejudice as a way of protecting certainty against value violators among dogmatic believers and atheists.
Kossowska M, Czernatowicz-Kukuczka A, Sekerdej M. British Journal of Psychology 2017;108(1):127‐147.

2. Dogmatic atheism and fundamentalist Christianity: creating certainty in an uncertain world.
Epiphenom. March 10, 2016.

3. Skepticism and Humanism: The New Paradigm.
Kurtz P. New Brunswick, N.J.: Transaction Books, october 2001, p. 148.

4. La descreencia en Dios es analítica ¿o no?
Chávez A. Humanismo Naturalista Científico 29 abril 2012.

ÍNDICE TEMÁTICO

FUNDAMENTOS
¿Qué pensamos? ¿Qué buscamos?

LO HUMANO
La unidad cerebro-sociedad-cultura

UN ROMPECABEZAS: ANALIZANDO LA RELIGIÓN Y EL ATEÍSMO
Diversas disciplinas confluyen para ello
Generalidades
Modelos explicativos clásicos
Neurociencia