21 enero, 2010

RECONOCIMIENTO FACIAL: UNA HABILIDAD ESPECÍFICA Y HEREDABLE

Por: Antonio Chávez
Un reciente estudio de Zhu et al. 2010:

¿Qué hace a una persona socialmente perspicaz pero que se esfuerce en matemática, y a otra talentosa para la música aún careciendo de sentido de dirección? Las diferencias individuales en la capacidad cognitiva general se cree que están mediadas por «genes generalistas» que afectan a muchas habilidades cognitivas similares, sin influencia genética específica sobre las capacidades cognitivas particulares. En contraste, aquí presentamos evidencia de «genes especialistas» cognitivos: los gemelos monocigóticos son más similares que los dicigóticos en la capacidad cognitiva específica de la percepción facial. Cada una de las tres mediciones del procesamiento facial-específico fue hereditario, es decir, más correlacionados en los gemelos monocigóticos que los dicigóticos: la capacidad de reconocimiento facial-específico, el efecto de inversión facial, y el efecto de composición facial. Crucialmente, este efecto se debe a la heredabilidad de procesamiento facial en particular, no a un aspecto más general de la cognición, como el CI o la atención global. Así, las diferencias individuales en al menos una disposición mental específica son independientemente hereditarias. Este hallazgo plantea la cuestión de qué otras habilidades cognitivas específicas son hereditarias de forma independiente y puede dilucidar los mecanismos por los cuales los trastornos hereditarios como la dislexia y el autismo pueden tener perfiles cognitivos muy desigual en los que algunos procesos mentales puede estar dañados selectivamente, mientras que otros no se ven afectados o que incluso mejoren selectivamente.
Volviendo al estudio de Zhu et al., Science Daily informa que el estudio reunió 102 pares de hermanos monocigóticos, ‘gemelos idénticos’ o simplemente ‘gemelos’ en español, que tienen un parentesco genético del 100%, en comparación con el 50% de identidad genética que muestran los hermanos dicigóticos o ‘mellizos’, de los que participaron 72 pares. Así, los rasgos que lucen como hereditarios son más similares entre gemelos que entre mellizos, aunque los primeros aún muestran variabilidad debido a la influencia de factores ambientales. Como típicamente en experimentos sobre reconocimiento facial, se mostró brevemente a los sujetos imágenes de rostros, luego algunos de estos fueron otra vez mostrados pero entre nuevas imágenes de rostros, pidiéndose finalmente que se identifiquen los rostros mostrados inicialmente. Los aciertos fueron más altos entre gemelos que entre mellizos, mientras que otras pruebas confirmaron que las diferencias son específicas del reconocimiento facial, y no reflejan las diferencias en la nitidez de la visión, las capacidades generales de reconocimiento de objetos, la memoria u otros procesos cognitivos. Es decir que tanto las similitudes como las diferencias en el procesamiento facial se inscriben en el propio procesamiento, reforzando entonces la evidencia de modularidad y pre-programación genética de tal aspecto cognitivo. Obviamente se abre una nueva puerta de investigación aquí: la identificación precisa del material genético implicado.

Por otro lado, se vio que en 321 participantes la capacidad de reconocimiento facial no correlaciona con el CI. Así, los autores atribuyen a influencias genéticas específicas la coincidencia en gemelos respecto al procesamiento facial y la falta de correlación entre esta y el CI. Science Daily nos dice que los autores están investigando si otras habilidades cognitivas, tales como el procesamiento del lenguaje, la comprensión de los números, o la navegación, también son hereditarias e independiente de la inteligencia general y otras habilidades cognitivas. Habrá que estar atentos a sus resultados.

Los autores comentan que su estudio «proporciona la primera evidencia que apoya la hipótesis de la modularidad de un punto de vista genético» (sobre el reconocimiento facial). Entre tanto, la evidencia de la temprana aparición de este aspecto cognitivo en neonatos es de hecho evidencia de ello también. Precisamente, en el artículo «Neurociencia de la religión (V): cuando las intenciones del entorno tienen rostro» se refirió literatura tanto del carácter innato como filogenético del reconocimiento facial. Otros estudios lo confirman: Wilmer et al 2010Shakeshaft & Plomin 2015Wu et al. 2020. Interesantemente, este último estudio encuentra que el gen COMT y su mediador neuroquímico dopamina están detrás del reconocimiento facial. Ambos están precisamente involucrados en el pensamiento mágico. Por otro lado, su modularidad ya se hacia sugerente desde que se conoce su especificidad neuroanatómica (córtex fusiforme o regiones inferotemporal/temporoventral). Evidentemente, los datos de Zhu et al. son relevantes para la Ciencia Cognitiva de la Religión en tanto que la visión de rostros con significado emocional y religioso, como ocurre en la pareidolia tal como vimos en el articulo referido y dada su universalidad transcultural, nos remite a una regulación en última instancia de índole neurogenético, tal como aquí muestran Zhu et al

Véase en este gráfico un esquema de la conectividad en el sistema de reconocimiento facial. Nótese la conexión inmediata, en términos de fracciones de segundo, hacia la amígdala (AMG), que es aún más rápido con los rostros familiares, dando una gran profundidad emocional al proceso. Se indican las áreas ‘nucleares’ del sistema: IOG - giro occipital inferior, FG - giro fusiforme, STS - surco temporal superior; y las áreas ‘extendidas’ del mismo: AMG - amígdala, IFG - giro frontal inferior, OFC - córtex orbitofrontal. Las líneas negras indican efectos regionales significantes, las rojas efectos bilineares y las punteadas efectos no significantes (adaptado de Fairhall & Ishai 2006 p. 5).
Sin embargo, será necesario aclarar al lector que esto no significa que un caso de pareidolia como ver el rostro de la virgen en un sándwich «es» reconocimiento facial como estudiado por Zhu et al., porque implicaría, inconcebiblemente desde un punto de vista neurogenético, que los contenidos implícitos en los múltiples casos de pareidolia (rostros de vírgenes, demonios o incluso carentes de significado religioso) están pre-programados genéticamente. Como con otros aspectos cognitivos identificados en religión, la pareidolia religiosa luce tambien como el subproducto neurocognitivo de la coordinación entre el reconocimiento facial y otros procesos cerebro-mentales debido a que su significado emocional, a veces muy sobresaliente, implica mayores interacciones entre áreas diversas además del córtex fusiforme. Una consecuencia es que el reconocimiento facial junto con otros sistemas relacionados (agencia, Teoría de la Mente, procesos emocionales) pueden activarse de modo simultáneo y espontáneo ante estímulos que no son caras, sobretodo bajo ciertas condiciones, p.ej. estrés. Esto es la pareidolia.

Todo esto es sustancialmente diferente de las diferencias intrínsecas al propio procesamiento facial, tal como Zhu et al. pudieron distinguir de otros procesos cognitivos. Entre tanto es interesante que tal como Guthrie define cognitivamente el animismo como hiperactividad de la agencia, la pareidolia pueda serlo como percepción de caras provocada por objetos parecidos a caras, como sugieren Hadjikhani et al. 2009.

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