Por: Antonio Chávez
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En la primera parte se vio rápidamente el desarrollo de los modelos explicativos de la religión en la antropología, terminando con dos enfoques importantes actualmente: la religión como mecanismo de vínculo socio-emocional adaptativo y como el subproducto de ciertos mecanismos cognitivos. Sin embargo hay otras explicaciones que difieren de ambos enfoques de modo importante.
De acuerdo con Bloch "los fenómenos que llamamos ‘religión’ en general son una parte inseparable de una única adaptación clave del hombre moderno. Esta es la capacidad para imaginar otros mundos", y además [la imaginación] "es la fundación misma de la sociedad de las modernas sociedades humanas" (Bloch 2008 pp. 2055-2056). El autor indica que "los chimpancés no tienen nada que remotamente se parezca a los muchos y variados fenómenos que han sido denominados religión en la antropología", y que mientras su sociedad es únicamente transaccional, la humana es además, y dualistamente por tanto, trascendental (ibid. p. 2056). Es decir que los humanos podemos fingir roles específicos más allá de las transacciones sociales reducidas al ámbito de lo individual. Según esto, la imaginación es requisito previo. Y necesariamente además, la aparición de la religión debe ser muy reciente, y en efecto según Bloch "las primeras pruebas para tal capacidad [la imaginación] son las pinturas rupestres de Europa que se remontan a 40000 años" (ibid. p. 2060), durante lo que se denomina la Revolución Paleolítica o el "gran salto", es decir un punto en nuestra evolución en que repentinamente aparecerían rasgos humanos como el arte, el lenguaje o la religión.
Entre tanto, el término imaginación se define en el ámbito académico como la "capacidad de representar un objeto ausente o bien un afecto, una función somática, una tendencia instintiva no presentes en ese momento" (Galimberti 2002, Diccionario de psicología, Siglo XXI, p. 588 consulta en línea) , "The creation of ideas and images in the absence of direct sensory data, frequently combining fragments of previous sensory experiences in new synthesis" (Corsini 2002, The Dictionary of Psychology, Psychology Press, p. 473 consulta en línea). Puede verse cualquier fuente, el concepto es general, y dentro del mismo caen capacidades como el simbolismo, la abstracción y obviamente, la representación mental. Sin embargo, todo esto no parece exclusivo del ser humano, sino que se evidencia en chimpancés (Mitchell 2002) o en perros (Miller et al. 2009); de hecho, hay incluso aves capaces de retener la imagen de un objeto durante la ausencia del mismo (Pepperberg et al. 1997, Zucca et al. 2007). No quiere decir que los animales sean religiosos, sino que, es evidente que manifiestan lo que se define como imaginación. En cambio dice que la religión no se reduce a la imaginación.
Por otro lado está el asunto de la Revolución Paleolítica. Hay evidencia de acelerados cambios adaptativos en genes durante los últimos 40 mil años, asociados al crecimiento de las poblaciones humanas (Hawks et al. 2007), aunque Bloch no remite ningún dato parecido. Sin embargo, los datos en neurogénesis evolucionista no son contundentes respecto a un repentino surgimiento de nuestros rasgos conductuales modernos. Tampoco lo es la evidencia arqueológica (cf. Mcbrearty & Brooks 2000).
King está en un polo opuesto a Bloch. Esta antropóloga en cambio cree que la conducta de los grandes simios contiene la clave explicativa de la religión, cual es el sentimiento de pertenencia al grupo, enfocándose en el factor emocional del contacto entre individuos (King 2007, cf. "Apes to Angels: An Excerpt from Evolving God: A Provocative View on the Origins of Religion"). Sin embargo, al igual que Bloch, supone que "para la pertenencia el homínido necesita fluir hacia fuera, ampliándose eventualmente a un ámbito totalmente nuevo. En complemento con, y en parte conducido por, los cambios del ambiente natural, del cerebro homínido, y lo más importante, en las prácticas de cuidado, algo nuevo emergió que fue más allá de la empatía, el seguimiento de reglas, y la imaginación dentro de la familia y el grupo inmediato, y esto fue más allá de la consciencia expresada por la acción y la elaboración del significado en el aquí y ahora. (...) el lenguaje y la cultura se hicieron más complejos cuando los símbolos y las prácticas rituales comenzaron a jugar un papel más central en como los homínidos daban sentido a su mundo. Una necesidad terrenal de pertenencia condujo a la imaginación religiosa humana y así al ámbito del otro mundo de la relación con Dios, dioses, y espíritus" (ibid.).
Así pues, King también nos habla de la trascendencia de lo social: "En el curso de la prehistoria, la pertenencia se transformó de una base emocional entre las personas relacionadas a un conocimiento narrativo más profundo, uno que tenía el potencial de ser trascendente, entre las personas y los seres o fuerzas sobrenaturales" (ibid.). La divergencia con la hipótesis de Bloch es que aquí precisamente se sostiene que existe alguna capacidad mental proyectiva e imaginativa en homínidos extintos, capacidad que se remontaría a los grandes simios. Por tanto, identificables en éstos primates, aunque sin llegar a producir religión como en humanos habrían, como ya se mencionó, "cuatro clases diferentes de comportamiento - elaboración de significado, imaginación, empatía y apego a las reglas", que juntos nos dicen como pudo empezar la religión ("God and gorillas", entrevista a King, 2007). Aunque parece emerger un enfoque cognitivo, este no se concreta y nuevamente queda sin aclararse cómo surgen de todo esto las ideas sobre entidades extraordinarias.
La evidencia de otras disciplinas que apoya en parte a King puede a su vez contradecir a Bloch, aunque como vemos ella tampoco presta mayor interés en explicar cómo específicamente ocurre lo que sostiene. Si es posible que los grandes simios, o los homínidos extintos, tengan las bases de una imaginación trascendente, quizás se pueda invocar el concepto Mental Time Travel, término para designar la capacidad de anticipar el futuro en base a las experiencias pasadas. Se piensa como un rasgo exclusivo del ser humano, pero evidencia conductual en animales, aunque discutible, hace que sea controvertida tal conclusión (Suddendorf & Corballis 2008). Por otro lado los estudios neurocientíficos de la construcción de eventos futuros apuntan invariablemente a la activación del hipocampo, entre otras áreas (Addis et al. 2007). Otros datos indican que el hipocampo, junto con los lóbulos parietal y temporal, están relacionados con la capacidad de imaginar el futuro y con la conciencia espacial (Burgess et al. 1999; Save & Poucet 2000; Science mag. 2007; Whitlock et al. 2008).
Ahora bien, según los estudios neurocientíficos en animales, esas regiones aparecen como integradoras de aspectos espaciotemporales al igual que en humanos (Snyder & Chatterjee 2004, cf. The Neurosciences Institute "Scientific Report 2005" pp. 18-19), los chimpancés emplean las mismas áreas neuroanatómicas que los humanos (cortezas prefrontal medial y parietal medial) para la "recuperación de memoria episódica cargada emocionalmente y algún nivel de autoproyección mental" (Rilling et al. 2007), y finalmente, cabe observar que el hipocampo es similar en humanos y chimpancés (Freeman et al. 2004, Hopkins & Cantalupo 2004, Bachevalier & Vargha-Khadem 2005). Quizás el Mental Time Travel no sea precisa o directamente lo que representan estas capacidades en chimpancés, pero en cambio éstos poseen claros antecedentes neuropsicológicos del mismo.
A pesar del progreso en la investigación con chimpancés, parece que no podemos conocer con precisión esos procesos cognitivos ni sus correlatos neurales en las especies extintas durante la hominización. Sin embargo, hay algunos datos que arrojan cierta luz, tal como el estudio de las huellas de los lóbulos y las circunvoluciones cerebrales en los endocráneos fósiles (paleoneurobiología), que sugieren dos trayectorias diferentes en la encefalización: mientras en Neandertal se mantiene una línea "arcaica" de expansión frontal y reducción parietal, en la línea sapiens se produce una rápida expansión parietal (temporal e insular también) (Brunner et al. 2003, Brunner 2003). Bajo una teorización integradora, esto se podría relacionar con la sobre actividad de la red parieto-temporal en diversos mecanismos sensoriales-sociales vinculados a la religión (Boyer 2003, Boyer & Barrett 2006), y con el surgimiento de la imaginación del futuro. Según esto adicionalmente habría que suponer que la religión, o bien es exclusivamente humana (Homo sapiens) o es que Neandertal también fue religioso, aunque quizás de una forma más "primitiva".
La evidencia arqueológica sugiere que Neandertal realizaba entierros rituales, y esta práctica (que algunos la discuten cf. "Evolving in their graves: early burials hold clues to human origins") aparece hace 70 mil años en Shanidar, Irak, cuando ya existía el Homo sapiens y de quienes algunos creen que los neandertales copiaron sus entierros. Sin embargo para King la religión se podría rastrear mucho más atrás: "el primer artefacto concreto que he encontrado útil en la búsqueda de lo sagrado es algo llamado el "guijarro Makapansgat", que (...) tiene fecha de 3 millones de años atrás. (...) Debo añadir, ningún arqueólogo ha sugerido que los australopitecinos (...) modificaron la pieza de jaspe para parecerse a una cara" ("God and gorillas", entrevista a King, 2007).
Tenemos varias piezas de un auténtico rompecabezas, muchas más que cuando la antropología, prácticamente aislada de las ciencia de la vida, la conducta y el cerebro, formuló sus primeras explicaciones de la religión y sus orígenes. También hemos visto que aunque hoy siguen apareciendo enfoques antropológicos "puristas", es evidente la necesidad del diálogo interdisciplinario para elaborar hipótesis más consistentes. Sin embargo, aunque podemos dilucidar plausibles relaciones que hagan encajar las piezas que tenemos, o algunas de ellas con relativa seguridad por lo menos, no podemos hacer aún aseveraciones conclusivas.
Bibliografía:
• Bloch (2008). Why religion is nothing special but is central. Phil. Trans. R. Soc. B (2008) 363, 2055–2061
• Galimberti (2002). Diccionario de Psicología. Siglo XXI, 2002
• Corsini (2002). The dictionary of psychology. Psychology Press, 2002
• Mitchell (2002). Pretending and Imagination in Animals and Children. Cambridge University Press, 2002
• Miller et al. (2009). Object permanence in dogs: Invisible displacement in a rotation task. Psychonomic Bulletin & Review, Volume 16, Number 1, 150-155
• Pepperberg et al. (1997). Development of Piagetian Object Permanence in a Grey Parrot (Psittacus erithacus). Journal of Comparative Psychology, 1997, Vol. 111, No. 1,63-75
• Zucca et al. (2007). Piagetian object permanence and its development in Eurasian jays (Garrulus glandarius). Animal Cognition, Volume 10, Number 2, 243-258
• Hawks et al. (2007). Recent acceleration of human adaptive evolution. PNAS, December 26, 2007 vol. 104 no. 52 20753-20758
• Mcbrearty & Brooks (2000). The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behavior. Journal of Human Evolution, 2000, 39, 453–563
• Suddendorf & Corballis (2008). New evidence for animal foresight? Animal Behaviour, 2008, 75, E1EE3
• Addis et al. (2007). Remembering the past to imagine the future: the prospective brain. Nature Reviews Neuroscience 8, 657-661 (September 2007)
• Johannes (2001). The Hippocampal and Parietal Foundations of Spatial Cognition. Am J Psychiatry, 2001, 158:336-337
• Save & Poucet (2000). Hippocampal-parietal cortical interactions in spatial cognition. Hippocampus, 2000, 10(4):491-9
• Miller (2007). A Surprising Connection Between Memory and Imagination. Science 19 January 2007: Vol. 315 no. 5810 p. 312
• Whitlock et al. (2008). Navigating from hippocampus to parietal cortex. PNAS September 30, 2008 vol. 105 no. 39 14755-14762
• Snyder & Chatterjee (2004). Spatial-temporal anisometries following right parietal damage. Neuropsychologia 42 (2004) 1703–1708
• The Neurosciences Institute (2005). Scientific Report December 2005.
• Rilling et al. (2007). A comparison of resting-state brain activity in humans and chimpanzees. PNAS, October 23, 2007 vol. 104 No. 4, 17146 –1715
• Freeman et al. (2004). Asymmetries in the Hippocampus and Amygdala of Chimpanzees. Behavioral Neuroscience, 2004, Vol. 118, No. 6, 1460 –1465
• Hopkins & Cantalupo (2004). Handedness in Chimpanzees (Pan troglodytes) Is Associated With Asymmetries of the Primary Motor Cortex but Not With Homologous Language Areas. Behavioral Neuroscience, 2004, Vol. 118, No. 6, 1176 –1183
• Bachevalier & Vargha-Khadem (2005). The primate hippocampus: ontogeny, early insult and memory. Curr Opin Neurobiol, 2005 Apr, 15(2):168-74
• Brunner et al. (2003). Encephalization and allometric trajectories in the
genus Homo: Evidence from the Neandertal and modern lineages. PNAS, December 23, 2003 vol. 100 No. 26 15335–15340
• Brunner (2003). Fossil traces of the human thought: paleoneurology and the evolution of the genus Homo. Journal of Anthropological Sciences, Vol. 81 (2003), pp. 29-56
• Boyer (2003). Religious thought and behaviour as by-products of brain function. TRENDS in Cognitive Sciences Vol.7 No.3 March 2003
• Boyer & Barrett (2006). Evolved Intuitive Ontology: Integrating Neural, Behavioral and Developmental Aspects of Domain-Specificity. In David Buss (Ed.), Handbook of Evolutionary Psychology, New York: Wiley
Como todas las entradas...excelente... un blog de grandísimo contenido y mayor valor pedagógico.
ResponderEliminarEncuentro dificilísimo encontrar palabras de agradecimiento a los autores del blog.