15 agosto, 2021

¿POR QUÉ FRACASÓ LA MEMÉTICA?

Por: Antonio Chávez

Interesante artículo del filósofo Radim Chvaja, del Laboratory for the Experimental Research of Religion (Universidad Masaryk, República Checa), donde elabora una comparación entre la memética y la teoría de la coevolución gen-cultura para analizar el fracaso de la primera. El «meme», como lo formuló Richard Dawkins en El Gen Egoísta: las bases biológicas de nuestra conducta (The Selfish Gene, en inglés), en 1976, es un «algo» o una «cosa» tal como lo es un gen, físicamente hablando: una unidad de información. Pero el gen contiene «información biológica» en sentido metafórico: se trata de moléculas organizadas de diversas formas que desencadenan diversos respectivos procesos bioquímicos, y así, diremos, «el gen transmite información». Mientras que el meme contiene información cultural, que no es metáfora sino que realmente se trata de instrucciones o información explícita como una idea, una receta de un postre o un verso, que suponemos inmateriales en términos físicos, sin embargo Dawkins dice que el meme se «transmite»«se autorreplica», de un libro o de una canción (donde «está» por ejemplo el verso) al cerebro de la persona que lo lee o lo escucha para quedar fijado (por ejemplo el verso se convierte en memoria), y luego puede ser «transmitido»«replicado» a otro cerebro (por ejemplo al comunicarle el verso). Esta ya de por sí extraña analogía entre «meme» y gen (Dawkins afirma que «se debe considerar a los memes como estructuras vivientes, no metafórica sino técnicamente»), es precisamente extraña debido a estar forzada por su propio contexto cultural: estamos en los años 70s, y la biología evolucionista se está sentando de una manera saludablemente positivista en el gen. El problema de este sano positivismo es que algunos biólogos, como Dawkins, también ven la cultura y el aprendizaje como conformados por presuntos objetos físicos con vida propia. Herbert Gintis, científico del comportamiento de Harvard, nos ilustra:

Quizá la crítica más común a la analogía entre la evolución genética y la cultural sea que el gen es una entidad bien definida, discreta, que se reproduce y muta de forma independiente, mientras que los límites de la unidad de cultura están mal definidos y se superponen. Sin embargo, esta visión del gen es obsoleta. Ahora sabemos que los genes superpuestos, anidados y móviles tienen algo de la fluidez de las unidades culturales, mientras que con bastante frecuencia los límites de una unidad cultural (una creencia, un icono, una palabra, una técnica, una convención estilística) son bastante delimitados y específicos. Del mismo modo, el empalme alternativo, la edición del ARN nuclear y mensajero, la modificación de las proteínas celulares y la impronta genómica, que son bastante comunes, socavan la visión estándar del gen insular que produce una única proteína, y apoyan la noción de que los genes tienen límites variables y tienen efectos fuertemente dependientes del contexto. Además, la selección natural requiere una variación heredable y una selección, pero no requiere unidades de transmisión discreta. (Gintis 2011

Y, como Chvaja señala en su artículo, el problema de la ontología del meme (qué «cosa» es lo que se llama «meme» si es que tenemos que entenderlo como el conjunto de moléculas que llamamos gen), limitó la memética a esa discusión, extraña (ver p. ej. las secciones 2.3. Ontología «pro-cabeza» de los memes —los memes «están» dentro de la cabeza, y 2.4. Ontología «anti-cabeza» de los memes —los memes «están» fuera de la cabeza), en lo que el autor nota el peso que tuvo la personalidad de Richard Dawkins, para limitar tal desarrollo a la ontología del meme, en lugar de construir un soporte empírico. Nos quedamos con la impresión de que, precisamente, esta discusión fue una pérdida de tiempo, un sinsentido, porque en realidad empíricamente no se puede definir ni estudiar ni demostrar qué es el «meme»: si es la idea de una persona, entonces «es» un conjunto de sinapsis neuronales, si es un verso de una canción que escuchamos, entonces «es» las ondas sonoras o la electricidad en una memoria digital… en fin, la memética fue innecesaria en términos científicos, y se aproxima demasiado a la especulación nebulosa y la pseudociencia, más que ser meramente ciencia fallida. En The Skeptic Encyclopedia of Pseudoscience (2002), el psicólogo cognitivo James Polichak ya había advertido:

No hay pruebas directas de la existencia de ningún meme (es decir, no se ha aislado ningún meme de la forma en que lo han hecho los genes individuales), ni nadie sabe de qué podrían estar hechos los memes (es decir, no se han descubierto unidades de memes análogas a los cuatro pares de bases del ADN).
(…)
[Los memeticistas] están afirmando esencialmente que los memes están ahí fuera, sin pruebas ni siquiera un ejemplo adecuado, y sin tener en cuenta el conflicto con los modelos psicológicos. Luego esperan que asumamos la existencia de los memes y que insertemos ese término como respuesta a los misterios de la vida.

De hecho, el carácter implícitamente mágico del meme (en tanto cosa autónoma que salta de un sustrato a otro, sea orgánico o inorgánico) es muy probablemente lo que ha seducido al público general, llevando así el «meme» al ámbito del entretenimiento social. Por cierto, otro alcance de la equiparación de la cultura con la genética, y su consecuente presunción de que la cultura no influye por considerar a los genes como independientes del contexto, fue la reducción de la conducta sexual humana a la evolución genética. En el Gen Egoísta Dawkins también afirma que, tal como los animales, «es posible que los machos humanos, en general, tengan tendencia a la promiscuidad y las hembras a la monogamia». Este es un paradigma muy extendido en la psicología evolucionista, que, sin embargo, resulta poco o nada compatible con una coevolución gen-cultura. Por todo esto, en tanto el gencentrismo evolutivo y la memética de Dawkins hoy están superadas por marcos teóricos con base empírica como la herencia dual y la coevolución gen-cultura (ninguno de los cuales reducen la cultura a partículas autorreplicantes), vamos mucho más lejos que Chvaja para afirmar que Dawkins está ampliamente sobrevalorado como contribuyente al avance científico.

El «meme» es cualquier cosa que se autorreplica, además de los genes, y coloniza nuestros cerebros para propagarse y sobrevivir.
El biólogo Jerry Coyne dijo en 1999 en Nature: «la memética parece completamente tautológica, incapaz de explicar por qué un meme se propaga excepto afirmando, post facto, que tiene cualidades que le permiten propagarse. También se podría decir que la aspirina alivia el dolor debido a sus propiedades analgésicas». 

Extractos traducidos del artículo de Radim Chvaja:

Abstracto.

Aunque la teoría de la memética parecía muy prometedora al principio, ya no se considera una teoría científica entre los estudiosos contemporáneos de la evolución. Este estudio pretende comparar la genealogía de la memética con la teoría de la coevolución gen-cultura, históricamente más exitosa. Esta comparación se hace con el fin de determinar las limitaciones que surgieron durante el desarrollo interno de la teoría memética y que podrían predisponer a los memeticistas a trabajar en la ontología de las unidades meme en contraposición a la comprobación de hipótesis, que fue adoptada por los estudiosos de la gen-cultura. Rastreo este problema en el desarrollo diacrónico de la memética hasta su origen en el argumento anti-selección de grupos centrado en los genes de George C. Williams y Richard Dawkins. La adopción estricta de este argumento predispuso a los memeticistas con la idea a priori de que no hay evolución sin unidades discretas de selección, lo que a su vez les hizo depender de la separación principal de la aptitud biológica y la memética. Esta separación impidió a los memeticistas aceptar una visión adaptacionista de la cultura, lo que, por el contrario, permitió a los teóricos de la gen-cultura atraer a más científicos para probar las hipótesis, creando el éxito histórico de la teoría de la coevolución gen-cultura.

Introducción.

Desde la segunda mitad del siglo XIX, los estudiosos han intentado explicar los patrones culturales utilizando el marco evolutivo. De hecho, los primeros evolucionistas culturales introdujeron sus concepciones antes de que Darwin publicara The Descent of Man and Selection in Relation to Sex ([1871] 2009). Sin embargo, solo aceptaron del trabajo de Darwin lo que encajaba con su comprensión progresista de la evolución cultural y, por lo tanto, malinterpretaron su teoría de la selección natural (Kundt 2015). El renacimiento masivo de la utilización del paradigma verdaderamente darwiniano en el estudio de la cultura comenzó en la década de 1950 (por ejemplo, White et al. 1959) y culminó con el último capítulo de Sociobiology de Edward O. Wilson (1975) en la década de 1970, cuando el paradigma darwiniano en el estudio de la cultura se convirtió en un campo científico establecido. Wilson desarrolló principalmente sus puntos de vista sobre la cultura humana en su libro On Human Nature (1978), donde argumentó que el comportamiento y la cultura humanos son el resultado de los mismos procesos evolutivos que el comportamiento animal y que, como resultado, podemos estudiar estos procesos aplicando los mismos métodos empleados en estudios con animales.

Más tarde, la sociobiología se ramificó en subdisciplinas, como la psicología evolucionista (p. ej., Tooby y Cosmides 1989) y la ecología del comportamiento humano (p. ej., Cronk 1991). Sin embargo, antes de esa separación, en la década de 1970 surgieron otros dos enfoques del estudio evolutivo de la cultura, que se inspiraron en la sociobiología y se anclaron en el darwinismo. El primero de estos enfoques fue la memética (Dawkins 2006) y el segundo fue la “teoría de la herencia dual” (Boyd y Richerson 1976), más tarde llamada teoría de coevolución gen-cultura (GCCE) (Henrich 2016). Ambas teorías surgieron durante la década de 1970; ambos entendían la cultura como sujeta a dinámicas evolutivas y reducible a algunas unidades culturales, a saber, memes (Dawkins 2006) o variantes culturales (Richerson y Boyd 2005). Además, ambos querían superar las deficiencias de la sociobiología centrándose en la cuestión de si la cultura afecta el comportamiento de una manera irreductible a la biología (Blackmore 1999 ; Boyd y Richerson 1982).

Sin embargo, desde sus inicios las teorías demostraron ser diferentes en aspectos cruciales y, más tarde, los defensores de las teorías respetadas incluso discutieron entre sí (Blackmore 2016; Boyd y Richerson 2000). La diferencia fundamental entre ambas teorías estaba anclada en sus aproximaciones a los conceptos de “unidades de selección” (Lewontin 1970). Mientras que los meméticos consideraban que la cultura era reducible a unidades de selección cultural similares a los genes, a las que llamaban “memes” y, según los meméticos, a menudo se extendían a expensas de la aptitud humana, los teóricos del GCCE no trabajaron con unidades discretas sino más bien con rasgos culturales en general. Además, los académicos de la GCCE entendieron que la capacidad humana para la transmisión cultural era una adaptación y se centraron en los valores adaptativos potenciales que los rasgos culturales podrían tener para sus portadores (Boyd y Richerson 1995).

Aproximadamente 40 años después del inicio intelectual de la GCCE y la memética, se podría concluir que la memética es el enfoque que fracasó, mientras que la GCCE es generalmente aceptado entre muchos científicos evolucionistas. El desarrollo de un marco memético fue seguido por muchas objeciones lógicas, teóricas y empíricas (Atran 2001; Bloch 2000; Boyd y Richerson 2000; Coyne 1999; Kundt 2015; Kuper 2000; Sperber 2000; Uhlíř y Stella 2012), pero hay también indicadores más objetivos de falla memética. En primer lugar, actualmente solo dos académicos bien conocidos pueden ser identificados como meméticos activos (Blackmore 2016; Dennett 2017). Asimismo, Edmonds (2005) muestra que entre 1986 y 2004, solo 41 artículos utilizaron la palabra “memética” indexada en la base de datos Web of Science. En segundo lugar, los propios meméticos se han dado cuenta de que la memética ya no se considera una teoría científica seria. Esto se puede ilustrar en el caso de Kate Distin, autora del libro de 2005 The Selfish Meme, quien escribió otro libro sobre la evolución cultural en 2011 y lo tituló Cultural Evolution. Usó la palabra meme solo en las referencias y en el apéndice donde explica por qué abandonó el concepto de meme. Lo hizo porque la palabra es, según ella, una limitación considerable y la mayoría de la gente no la aceptaría si la hubiera usado (Distin 2011). El Journal of Memetics es el tercer indicador. Existió desde 1997 hasta 2005 y durante esos ocho años, solo se publicaron 41 estudios originales y cuatro estudios conmemorativos. La revista se suspendió en 2004 “debido a la falta de presentaciones de calidad” (Edmonds 2005). En el número conmemorativo del Journal of Memetics, Edmonds (2005) admitió que la ciencia de los memes perdió la competencia con otros postulados evolutivos.

Conclusión.

En este estudio se han analizado y comparado dos teorías de la evolución cultural, la memética y la teoría de la coevolución gen-cultura. El objetivo de esta comparación era desenmascarar las causas del fracaso histórico de la memética. Comparé ambas teorías a nivel teórico y también a nivel de su desarrollo diacrónico. La conclusión es que el fracaso de la memética radica en sus orígenes excesivamente restringidos en la argumentación gencentrista de la biología evolutiva y en la autoridad de Dawkins, que predeterminó a todos los estudiosos que querían trabajar en el marco de la memética a preocuparse por la estricta separación de la aptitud memética y genética y por la ontología de los memes, en contraposición a la formulación de hipótesis empíricamente comprobables. En comparación con la GCCE, esto, a su vez, hizo que la memética fuera menos atractiva para los científicos de orientación empírica.

Sin embargo, sería ingenuo considerar que mi explicación es la única. Veo dos posibles factores adicionales que son, en mi opinión, complementarios al enfoque adoptado en este estudio. En primer lugar, Burman (2012) encontró la conexión entre la rápida y repentina difusión de la memética durante finales de los años ochenta y noventa y el auge de las ideologías individualistas en Estados Unidos y Gran Bretaña. Podemos extender especulativamente este vínculo a nuestra cuestión y preguntar si estas ideologías no podrían blindar la memética contra los conceptos de adaptabilidad y selección cultural de grupos. El segundo factor posible es la forma en que la memética fue publicitada y difundida, a saber, muy a menudo en libros populares sin revisiones de pares y discusión científica abierta (por ejemplo, Brodie 2009; Tyler 2011).

Por último, considero que este estudio es sólo un intento de explicar por qué la memética ya no está en la corriente principal del estudio de la evolución de la cultura humana. Aquí, también subrayo la noción de la Introducción de que este trabajo debe entenderse como un intento de hacer un estudio de caso de microhistoria de la ciencia moderna más que un análisis final. Veo tres posibles vías de investigación futura derivadas de él. La primera es examinar las similitudes y diferencias precisas en el desarrollo de los conceptos de gen y meme, lo que requeriría un amplio estudio de la historia de las disciplinas biológicas en la primera mitad del siglo XX. El segundo es centrarse más en los aspectos sociológicos y preguntarse si hubo algún factor externo que influyera en el rechazo gradual de la memética, como el número de investigadores más veteranos entre los memeticistas, el número de becas concedidas y, por tanto, la cantidad de dinero de que disponían, o el análisis de los argumentos de Dennett y Dawkins en sus debates públicos para determinar si utilizaron la memética como herramienta ideológica antiteísta. Por último, siguiendo los recientes debates sobre la intersección entre la historia y la filosofía de la ciencia (por ejemplo, Arabatzis y Schickore 2012; Araujo 2017), este análisis microhistórico debería enmarcarse en un panorama más amplio de cómo evolucionan, cambian y "mueren" las teorías científicas.

ARTÍCULO COMPLETO INSERTADO

📑 Radim Chvaja; Why Did Memetics Fail? Comparative Case Study. Perspectives on Science 2020; 28 (4): 542–570.
https://direct.mit.edu/posc/article/28/4/542/97502/Why-Did-Memetics-Fail-Comparative-Case-Study1 



BIBLIOGRAFÍA (por orden de citación): 

📑 Radim Chvaja; Why Did Memetics Fail? Comparative Case Study. Perspectives on Science 2020; 28 (4): 542–570.
📑 Dawkins R. The selfish gene. Oxford, UK: Oxford University Press 1976. Versión online en español en la página web de la Universidad Veracruzana, México.
📑 Gintis H. “Gene-culture coevolution and the nature of human sociality.” Philosophical transactions of the Royal Society of London. Series B, Biological sciences vol. 366,1566 (2011): 878-888.
📙 Polichak J.W. “Memes as pseudoscience” in M. Shermer (ed.), The Skeptic Encyclopedia of Pseudoscience, ISBN 9781576076538, pp. 664-677. 2002.
📑 Coyne J. “The self-centred meme”. Nature 398, 767–768 (1999).


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Diversas disciplinas confluyen para ello
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