18 julio, 2021

ATEÍSMO FEMINISTA

Por: Antonio Chávez

RESUMEN

Se argumenta que el ateísmo tiene un problema de machismo y misoginia, y que es necesario replantearlo con una visión feminista, no meramente femenina, en tanto este comportamiento social en realidad aleja a las mujeres de la participación en la comunidad atea. Se muestra que los ateos tienen residuos inconscientes de enculturación cristiana, y que los códigos de conducta de dominación masculina entre los ateos, en calidad de subproductos culturales de aspectos cognitivos y evolutivos, se retrotraen a la cosmovisión cristiana sobre la reproducción y la mujer, que es un serio obstáculo para la conquista de los derechos reproductivos de la mujer, y la búsqueda de la igualdad de género. Finalmente, mostrando ejemplos notables de misoginia entre ateos, además de un desinterés social que contrasta con la escalada sociopolítica del cristianismo, se propone al ateísmo feminista como más efectivo para socavar el núcleo doctrinal del proyecto sociopolítico cristiano.

Lo que alguna vez pareció un movimiento intelectual vigorizante ha degenerado en una manada de fanáticos abusivos y mezquinos.

ANTIGUOS CÓDIGOS DE CONDUCTA HOY PROBLEMÁTICOS

El modelo de hombre “virtuoso admirado” o hasta “salvador” (cuasi mitificado) en una esfera pública, pero de dudosa moral para con las mujeres en la esfera privada, no es algo nuevo tipo Alberto Fujimori (ex presidente peruano que torturó a su esposa) (Voces 2016) o Alan García (ex presidente peruano que fue infiel a su esposa y públicamente declaró que tenía un hijo con otra mujer, incluso diciendo que él “personifica a la Nación”, posteriormente prefirió suicidarse a enfrentar a la justicia) (La República 2006), sino más bien característico de las culturas con religiones moralistas y proto-monoteístas (o explícitamente monoteístas, lo que prácticamente refiere sólo a las grandes religiones como cristianismo, islam, judaísmo, hinduismo), donde históricamente surgen los códigos de conducta patriarcal y de represión de la mujer (posiblemente estratégicos para su contexto histórico, es discutible). Estos códigos resultan modernos debido a que persisten como instituciones implícitas o tácitas en las sociedades actuales: ya no consisten en leyes ni instituciones formales y teocráticas fundadas en libros sagrados, pero sí articulan patrones y estereotipos de pensamiento y conducta normalizados y adquiridos informalmente (que hoy ya no resultan estratégicos sino nefastos, lo que en contraste es indiscutible).

El caso de Gandhi (hinduista que tenía formación cristiana) al impedir que su esposa no sea tratada médicamente (La Gaceta 2015; ver también DigiZen 2010), algo que pasa entrado el s. XX, no es muy diferente del esposo que entrega al pueblo a su mujer descubierta como no virgen, para que la ejecuten: salvando las diferencias, es el mismo concepto de la mujer como cosa sujeta al hombre-dueño, con una misma consecuencia para ella, la muerte. Mientras lo último es una directa y explícita ley teocrática de hace 5000 años, lo de Gandhi es un código de conducta implícito derivado de una tradición teocrática. A su vez, ambos casos tampoco son diferentes del asesinato de una mujer por parte de su esposo o ex novio, puesto que se trata de un castigo directo y terminal, y aún cuando no la ejecute “su dueño” la mujer recibirá la condena pública si se asume como “infiel” o que “no se portó como debía”, algo que no es menos nefasto que el asesinato (BBC Mundo 2011). Estos códigos de conducta que “debe mantener” la mujer (p. ej. su papel tradicional como pareja/madre y por tanto fuente de reproducción), y el castigo directo o indirecto si los incumple o los rechaza (p. ej. feminicidios y la demonización sistemática de las feministas), no son sino una institución implícita y de esfera privada, que es remanente directo de leyes anteriormente explícitas, públicas, y teocráticas de factura cristiana (Caponi 1992).

Y es el sustrato cognitivo y emocional (enculturación en la infancia, exposición sistemática a la depredación de la mujer sea en formato de noticia o de entretenimiento mediático, simulación emoción/acción de símbolos reales en la calle o virtuales en las redes sociales) (The Conversation 2019) que funciona como motivador de la violencia, en todas sus formas desde los chistes machistas, pasando por el acoso, hasta la violación y el asesinato (las variaciones son ciertamente de grado y cada consumación depende de múltiples factores y circunstancias favorables) hacia la mujer: no es “demencia” ni es “locura” por parte de los hombres, ni necesariamente todos son psicópatas. Hay patrones evolutivos bioculturales (no únicamente biológicos) en la conducta masculina que relativamente la dirigen (p. ej. competencia reproductiva, control, baja empatía) (Quartz 2018Psychology Today 2015) y los marcos morales del cerebro humano junto con otros sesgos intuitivos pueden ser tan inflexibles que devienen en castigos brutales sin necesidad de que medie la demencia ni la locura (Greater Good Magazine 2017Psychology Today 2014BBC Mundo 2019): tenemos una larga historia de castigos formulados racional y deliberadamente como las ejecuciones públicas que eran aplaudidas, por ejemplo. No obstante, estos patrones evolutivos son, pues, susceptibles a la modulación cultural: no sólo se puede enculturizar el machismo, la misoginia, y entrenar potenciales depredadores de mujeres, sino también enculturizar la regulación de la violencia, la apertura empática y el respeto a la mujer como persona, antes que como fuente de reproducción. (Un problema similar ocurre con el rechazo a la homosexualidad debido a prácticamente las mismas causas, y las estrategias de modulación son también similares).

DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA SOCIO-POLÍTICO Y EL PAPEL DEL ATEÍSMO

La enseñanza bíblica o su presencia en demasiados ámbitos culturales, sobre todo en la escuela y la familia, y la más o menos sutil y paralela observación de la doctrina cristiana en la vida cotidiana, articulan esos códigos de conducta y su persistencia entre los individuos. Por ejemplo, la extendida impresión negativa sobre la libertad sexual de la mujer, como sobre la homosexualidad masculina, lo que coloquialmente conocemos como ‘cucufatería’ —lo mojigato— no son sino manifestaciones conductuales y prejuicios colectivos cuya raíz es la cosmovisión cristiana sobre el sexo y la reproducción humana (particularmente enfocada en la maternidad y la sujeción de la mujer al hombre). Es evidente que, al menos si deseamos una sociedad (más) civilizada, debemos combatir estos aspectos, paralelamente a la educación en respeto y control cognitivo y empático, y a la observación de la eficiencia del Estado, al que no se puede sino presionar en tanto es eminentemente masculino/machista también. Socavar la articulación y prevalencia cristiana de y en la idiosincrasia (peruana, mexicana o argentina, en general las sociedades con fuerte presencia cristiana) no parece algo que vaya a realizar de buena gana la misma población cristiana, hablando de los creyentes liberales y con apertura social, ya que obviamente los conservadores, mayoría, no sólo no están interesados en ceder, sino que velando por una tradición cristiana (implícitamente machista, misógina y homofóbica) están adquiriendo un vasto poder político y llegada hasta las altas esferas de poder legislativo. Están logrando posiciones claves en el Estado progresivamente desde los 90s, y eso es peligroso para la laicidad gubernamental.

En esta situación el ateísmo tiene una oportunidad ideal porque confrontaría directamente un aprendizaje cristiano de consecuencias nefastas reales, en lugar de reducirse al debate si Dios no existe o limitarse a la blasfemia, conductas que finalmente carecen de practicidad en esta situación (y son más bien contraproducentes porque se sabe que la fe religiosa se endurece proporcionalmente al ataque intelectual al que pueda exponerse). Al ser un innegable aspecto social, el ateísmo está intrínsecamente llamado a una militancia con un objetivo socio-político claro más que uno meramente filosófico: luchar contra aspectos específicos del oscurantismo cristiano más que socavar toda religión. A fin de cuentas la problemática inmediata y factual está en la influencia política del Cardenal Luis Cipriani, en la presión legal de Con Mis Hijos No Te Metas, y en los proyectos de ley que pueden imponer estando en el gobierno, todos con un fin común: mantener la doctrina cristiana respecto al sexo y la reproducción humana, donde la mujer es un objetivo naturalmente importante. Nuestro problema no es el chamanismo de las culturas amazónicas, ni los milagros de Horus, y tampoco la religión esquimal. Entre tanto, y en contraste, no hay proyectos políticos de agenda directamente contra-cristiana. Aún mientras el ateísmo puede triunfar en debates sobre Dios, y burlarse lo que quiera de los creyentes, el terreno real que pierde en la sociedad es fatal, haciéndose inútil y quien es finalmente el burlado. O peor: en su burbuja de indiferencia social, se hace tonto útil del cristianismo, y cómplice indirecto del avance de la idiosincrasia machista-cristiana y sus consecuencias criminales.

ATEÍSMO MASCULINO: MISOGINIA Y RESIDUOS PSICOLÓGICOS CRISTIANOS

El ateísmo, en general, también es eminentemente masculino (The Washington Post 2016). Por ejemplo, en USA los hombres son el 68% (Pew Research Center 2014), en Perú 61,4% (El Comercio 2018), y en España para 2010 los hombres casi doblan en número a las mujeres: 26,2% frente al 14,6% (Público 2010). Predeciblemente por el contexto sociocultural en que están insertados los ateos, el machismo puede existir entre ellos: por ejemplo en USA el 4% de ateos rechaza la homosexualidad (el doble de los indiferentes y sin opinión juntos), mientras un notable 11% de ateos condenan el aborto frente a sólo 2% que no opina. Los probables prejuicios machistas/misóginos tras estas posturas solo recientemente han recibido atención científica. Miller (2013) argumenta que los movimientos irreligiosos, ateos y humanistas, a pesar de considerar al cristianismo falso y socialmente injusto, siguen dominados por hombres blancos, señalando con lucidez que se enfocan más en la crítica bíblica y el debate de lo sobrenatural que en las causas de la justicia social. La socióloga Katja Guenther (2019; abstracto, artículo completo) ha realizado uno de los mejores estudios de campo del “Nuevo Movimiento Ateo”, durante 2010-2013, con entrevistas a docenas de líderes y participantes ateas y ateos, y asistiendo a numerosos eventos del movimiento en Estados Unidos. Su trabajo muestra cómo el “Nuevo Movimiento Ateo”, a pesar de aparentar oponerse a las desigualdades de género las reproduce, y rechaza los reclamos feministas de participación o reconocimiento, siendo pues que los nuevos ateos, lo que hacen en la práctica es “mantener el feminismo fuera”, como señala Guenther. Citamos de su estudio:
Irónicamente, los elementos clave de la cultura organizativa del Nuevo Movimiento Ateo que lo hacen excluyente para las mujeres son también los elementos en los que se basa el movimiento para distinguirse de las creencias religiosas y los creyentes. La creación de un movimiento que incluya el género requeriría, por tanto, profundos cambios culturales dentro del movimiento.
Un reciente análisis académico sobre el género y el ateísmo se centró en el análisis del problema del sexismo en el Nuevo Movimiento Ateo, tanto en los Estados Unidos como en otros países (Schnabel, Facciani, Sincoff-Yedid y Fazzino, 2016), ofreciendo un argumento empírico de la dinámica de género del Nuevo Movimiento Ateo e identificando lo que los autores denominan contradicciones que ayudan a explicar la infrarrepresentación de las mujeres.
Los aspectos específicos para ir en contra de la religión que el Nuevo Movimiento Ateo prioriza también funcionan como mecanismos de exclusión de las mujeres. En el centro de la cultura del Nuevo Ateo está el discurso de la ciencia y la razón y el énfasis en la idea de que el secularismo está libre de misoginia. Estas dimensiones de la cultura del Nuevo Ateo operan para excluir a muchas mujeres y a menudo hacen que las mujeres se sientan silenciadas dentro del movimiento. También ha contribuido a la exclusión de las mujeres un clima de conflicto de género en el que el acoso sexual y la desigualdad de género han sido los principales focos de atención.
La celebración de la ciencia, la razón, la racionalidad y el pensamiento crítico por parte de la cultura del Nuevo Movimiento Ateo es un discurso de género. La cultura estadounidense (y la cultura occidental en general) mantiene una dicotomía de género entre la ciencia, la razón, la racionalidad y el pensamiento crítico, por un lado, y la fe, la irracionalidad, la emocionalidad y la superstición, por otro, en la que la ciencia y la razón se asocian a los hombres blancos y a la masculinidad blanca, y la irracionalidad y la emocionalidad se asocian a las mujeres y a la feminidad y a las personas de color (por ejemplo, Harding, 2006; Keller, 1983). Como argumenta Bailey de forma convincente, el desarrollo de la razón como base para identificar quién es plenamente humano y quién no lo es “no se asoció incidentalmente con la opresión de las mujeres y de los hombres no blancos; más bien, esa opresión en sí misma es la que legitimó la razón... Lo que gran parte de la filosofía llegó a definir como razón sólo surgió como resultado de la negación y supresión de aquellos atributos considerados como femeninos o corporales” (2007: 346).”
Las encuestadas son conscientes de la exclusión implícita -y a veces explícita- de las mujeres de los conceptos básicos de ciencia y racionalidad del movimiento. Para que las mujeres participen en el Nuevo Movimiento Ateo, a menudo informan de que se sienten empujadas a desidentificarse con características que son normativas de género y centrales para la feminidad blanca dominante tal y como se construye en los Estados Unidos, a saber, la emocionalidad y la intuición, y a renegar de la emoción y de cualquier pensamiento que el movimiento considere “no científico”. El Nuevo Ateísmo pide simultáneamente a las mujeres que se identifiquen con características no normativas de género, a saber, ser científicas y racionales. Ya sea porque están realmente desinteresadas en la ciencia o porque responden a las normas sociales que exigen que las mujeres no se interesen demasiado por la ciencia, la presión para abrazar la ciencia reduce el compromiso de las mujeres con la cultura del Nuevo Ateísmo.

Una práctica clave que refleja la cultura de género del Nuevo Movimiento Ateo es la omnipresencia del acoso sexual en los eventos relacionados con el movimiento
El problema no es pues que no haya ateas, tampoco que no hayan ateas prominentes, sino que el “Nuevo Ateísmo” es un club de chicos como ya lo expuso The Guardian en 2011, que, insuflado por los medios como “los cuatro jinetes (hombres) del ateísmo”, sistemáticamente ignora a las autoras ateas. Como identifica en su estudio de la relación ateísmo/feminismo Trzebiatowska (2019), el problema no es el ateísmo, el problema es ser mujer. Como vemos, el ámbito académico de las ciencias sociales identifica y estudia un problema de machismo y misoginia en el ateísmo (y como caso específico el nuevo ateísmo), donde lo minoritario es el apoyo al feminismo. Por ejemplo, Stinson et al. (2013), a pesar de tener una pequeña muestra de 10 ateos en su estudio para mostrar la falta de profeminismo entre ellos, recogen de la literatura académica los antecedentes históricos del machismo en el ateísmo:

El estudio de la historiadora Evelyn Kirkley (2000) sobre los ateos en los Estados Unidos de la posguerra se suma a las pruebas que sugieren que la relación entre el ateísmo y el feminismo es compleja y variada. La mayoría de los documentos históricos que analizó fueron escritos por hombres y representan lo que los hombres ateos de ese período pensaban sobre el género. Al emprender su investigación, sospechaba que encontraría que el movimiento del librepensamiento apoyaba la independencia y la igualdad de las mujeres porque los librepensadores eran predominantemente hombres, blancos y de clase media, y por tanto tenían el poder de establecer nuevas normas de género basadas en el racionalismo. Sin embargo, Kirkley señala que los librepensadores también tenían interés en preservar el statu quo, que les otorgaba privilegios basados en su género, raza y clase. Los compromisos contrapuestos entre la inclinación al cambio, por un lado, y el deseo de que la sociedad permaneciera estática porque les proporcionaba poder social y económico, por otro, impidieron que se desarrollara una actitud uniforme hacia la igualdad de género entre los hombres ateos. Así, aunque los hombres ateos profesaban un compromiso con la igualdad de género, hacían muy poco por materializarlo.
Noticias más recientes que describen un incidente en una conferencia atea de 2011 también sugieren que puede haber una desconexión entre el apoyo verbal de los hombres ateos a la igualdad de género y su comportamiento real. Rebecca Watson, después de dar un discurso sobre el ateísmo, fue abordada en el ascensor de un hotel por un hombre ateo que la invitó a su habitación. Watson (2011a) habló sobre este incidente en un video publicado en su blog, haciendo luz de ello pero también sugiriendo “Hey chicos, no hagan eso” porque es “espeluznante”. La entrada del blog de Watson dio lugar a una extensa “guerra en Internet” (McCreight, 2011; Watson, 2011b) dentro de la comunidad atea online. Algunos pensaban que el incidente no era problemático y que Watson lo había exagerado, mientras que otros pensaban que demostraba sexismo (Winston, 2011). Las perspectivas contradictorias sobre si el ateísmo es “bueno” para las mujeres sugieren que los pensamientos sobre la igualdad de género dentro de la comunidad atea son variados y complejos. A pesar del apoyo general a la igualdad de género por parte de la comunidad atea, no todos los ateos o feministas están de acuerdo sobre la relación entre el ateísmo y el feminismo.
Schnabel et al. (2016) concluyen que:
Esta síntesis de la literatura y la agenda para futuras investigaciones puso de manifiesto las paradojas y contradicciones en la relación entre el género y el ateísmo. La religión ha estado influenciada por una historia patriarcal, pero también lo ha estado la comunidad secular. El ateísmo es, en cierto modo, mejor para las mujeres y se ha diversificado con el tiempo, pero sigue estando dominado por los hombres. Al igual que la religión no es inherentemente y universalmente sexista o igualitaria, tampoco lo es el ateísmo. La simple ausencia de religión no producirá automáticamente la igualdad; en su lugar, se necesita una acción intencionada para abordar las desigualdades. Algunos ateos, y unos pocos grupos ateos, se identifican como feministas y trabajan por el igualitarismo de género, pero muchos de los líderes ateos más prominentes siguen promoviendo supuestos discutiblemente sexistas justificados a través de la ciencia impugnada.
Mientras que Simmons (2020) nos dice que:
Los estudiosos de la no-religión y el ateísmo se han interesado cada vez más por la forma en que el movimiento ateo reproduce las desigualdades de género. Esta creciente área de investigación se ocupa especialmente de la contradictoria adopción por parte del activismo ateo del igualitarismo de género, por un lado (especialmente cuando se inserta en una crítica de la religión), y de la exclusión de las mujeres de los espacios ateos. Se dispone de poca información sobre los hombres ateos que se identifican como feministas o que expresan su acuerdo con los objetivos feministas. Aunque algunos estudiosos han abordado el rechazo de las reivindicaciones feministas dentro de la no religión organizada, este artículo examina tanto la adopción de la etiqueta feminista por parte de los hombres como las actitudes de las mujeres hacia los hombres feministas en el movimiento ateo. A partir de treinta y cinco entrevistas semiestructuradas con activistas ateos en Edmonton, Alberta, Canadá, muestro que algunas mujeres feministas perciben a los hombres feministas como pasivos o guiados por motivaciones poco sinceras (principalmente para ganarse la atención y la aprobación de las mujeres dentro de las organizaciones ateas). Estos resultados arrojan luz sobre los dilemas de los hombres feministas en el activismo ateo y contribuyen a comprender la dinámica de género de algunas organizaciones ateas.
De entre varios casos de sesgo de género y oposición a la protesta social en espacios ateos, se exponen dos ejemplos ilustrativos. El primero, en Perú (contra las feministas) y Chile (contra las protestas en Santiago), de los que ponemos capturas aquí abajo. 



La captura superior de la izquierda corresponde a una publicación de APERAT (Asociación Peruana de Ateos, 2019).
Hacer click en las imágenes para ampliarlas. 

El segundo ejemplo, en Estados Unidos, es seguramente desconocido en Latinoamérica, pero es muy notable ya que patenta dramática y lamentablemente el machismo y la misoginia en el ateísmo, y expone a su máximo popstar Richard Dawkins: Elevatorgate, ya comentado por Stinson et al. (2013) líneas atrás, y que para la socióloga Katja Guenther es un ejemplo de cómo la cultura de androcentrismo del “Nuevo Ateísmo” “puede responder con hostilidad absoluta a las reclamaciones feministas, particularmente en torno a los avances sexuales no deseados” (acoso sexual). En la World Atheist Convention de 2011 Rebecca Watson (creadora de Skepchick.org) fue una ponente precisamente sobre el sexismo y la misoginia en la comunidad atea, y reveló que Skeptics’ Guide to the Universe, su famoso podcast, recibe correos misóginos, de acoso gráficamente sexual, y hasta amenazas de violación sexual por parte de los seguidores ateos. Watson tuvo un incidente, que le resultó incómodo, luego de la conferencia: un asistente la interceptó a solas en un ascensor y le propuso ir a su habitación del hotel. Ella describió así lo ocurrido:
solo un comunicado para los muchachos inteligentes, no hagan esto. No sé de qué otra manera explicar esto que me pone tan incómoda, pero lo expondré. Era una mujer sola en un país extranjero en el ascensor de un hotel contigo, solo contigo, no me vuelvas a invitar a tu habitación de hotel justo después que terminé de hablar sobre cómo me asusta y me incomoda cuando los hombres me sexualizan de esa manera”.
Inmediatamente se desató una batalla entre detractores y defensores de Rebecca Watson, involucrando a estrellas del ateísmo como PZ Myers y el mismísimo Richard Dawkins. Sin embargo Dawkins no sería un defensor, sino que le dijo esto a Rebecca Watson:
querida Muslima, deja de quejarte ¿quieres? Sí, sí, sé que te mutilaron los genitales con una cuchilla de afeitar y... bostezo... no me lo digas de nuevo, sé que no puedes conducir un automóvil, y que no puedes salir de la casa sin un pariente masculino, y que tu esposo puede golpearte y morirás apedreada si cometes adulterio. Pero deja de quejarte, ¿quieres? Piensa en el sufrimiento que tus pobres hermanas estadounidenses tienen que soportar. Sólo esta semana escuché de una, se llama a sí misma Skep“chick”, y ¿sabes qué le pasó? Un hombre en el ascensor de un hotel la invitó a su habitación a tomar un café. No estoy exagerando. Él realmente lo hizo. La invitó a su habitación a tomar un café. Por supuesto que ella dijo que no, y por supuesto que él no le puso un dedo encima, pero aun así... ¡Y tú, Muslima, crees que tienes una misoginia de la que quejarte! Por amor de Dios, crece, o al menos desarrolla una piel más gruesa.

Con semejante respuesta, la controversia empeoró y ante la indignación, Dawkins no solo no se disculpó ni se retractó de su supuesto “sarcasmo”, donde se burla entre líneas del incidente de Watson a la vez que de las macabras desgracias que padecen las mujeres musulmanas (¿en qué cabeza se hace sarcasmo con esto?), sino que se reafirmó, incluso refiriéndose de manera inaudita al caso de que Watson hubiera sido atacada en el ascensor: “así es como escapas de un ascensor. Presionas cualquiera de los botones convenientemente provistos. El ascensor se detendrá en un piso, la puerta se abrirá y ya no estarás en un espacio confinado sino en un pasillo iluminado en un hotel”. Watson terminó por denunciar públicamente a Dawkins. Por decir lo menos, en palabras de ella, “es un hipócrita” (Mail & Guardian 2011; The Athlantic 2011; denuncia formal de Watson 2011). Dawkins emitió una débil y más que dudosa “disculpa” recién en 2014 y a raíz de que su fundación y otras organizaciones tuvieron que revisar sus políticas de conducta. Esto inició el fracaso del “nuevo ateísmo”, a la vez que una ruptura en la comunidad atea ante la inyección de la crítica feminista, entre quienes denunciaban el machismo y quienes crearon un discurso de victimismo ante las denuncias, porque, además de Dawkins, otros líderes ateos se sumaron para dibujar un perfil en el movimiento ateo dominado por hombres blancos que, (encima del machismo y la misoginia) se vincula al rechazo generalizado a las causas sociales, el acercamiento al fascismo, y el apoyo al violador de niñas Jeffrey Epstein (Salon 2021, ver artículo insertado al final).

Con tal contexto, es necesario tratar de explicar, y solucionar, esta problemática social en la que seguidores, líderes e instituciones del librepensamiento y el ateísmo están envueltos en las mismas actitudes y conductas que rechazan del cristianismo. A continuación veremos que el machismo y la misoginia provienen pues de la enculturación cristiana. No obstante, si supuestas mentes tan brillantes, racionales, descreyentes de Dios, y rebeladas contra el cristianismo bajo mucha cobertura mediática, son machistas y misóginas, hay que plantearse que no se trataría del todo de residuos del temprano aprendizaje cristiano. O en último término, la racionalidad consciente simplemente no puede impedir que surjan prejuicios de género inconscientes, cual fuera su origen causal: aún sin Dios y sin cristianismo persiste el machismo y la misoginia. 

Volviendo entonces a las estadísticas, es revelador que 2% de ateos declaren que la evolución fue guiada por Dios, que un sorprendente 5% crean que los seres vivos no han cambiado, y que 2% no sepan qué es la evolución. ¿Es extraño que una importante masa de 9% de ateos no sepa qué es la evolución biológica o incluyan el teísmo en su definición? En absoluto si tenemos en cuenta lo argumentado hasta aquí más ciertos descubrimientos científicos: hay pues pruebas empíricas de que los ateos no sólo tienen pensamiento mágico, sino que además (aún) albergan temor a Dios, muy probablemente como elementos inconscientes de la enculturación cristiana de su infancia (Chávez 2012). De hecho, dramáticamente se revela que el cristianismo subsiste en el cerebro del ateo cuando, en algunos muy inusuales ataques de epilepsia del lóbulo temporal, ocurren experiencias asociadas a Dios, aun siendo que en su estado consciente se trata de personas declaradamente ateas o irreligiosas (BBC 2003; ABC 2014). Y el córtex temporal, por supuesto, es el principal asiento de integración de la memoria, el aprendizaje, las emociones, y el reconocimiento facial (Psicología y Mente ~ 2014). Es decir: sea que se ponga de manifiesto por encuestas, experimentos psicológicos, o por una alteración neurológica, es evidente que el ateo puede conservar la enculturación cristiana en las profundidades inaccesibles de su mente, y consecuente pero no necesariamente, puede también albergar el aprendizaje de los estereotipos cristianos (de los que aquí interesan el machismo, la misoginia y la homofobia) en tanto se articulan con la prominencia masculina en el ateísmo, y un contexto cultural machista.

Aún siendo minoría, los ateos con posturas sospechosamente cristianas son un número lo suficientemente relevante, más la mayoría de los que consideran al ateísmo un asunto exclusivamente filosófico y abstracto, como para mantenerlo encapsulado en una burbuja de intelectualidad ilusa y socialmente estéril, prácticamente sustraído de toda dimensión prosocial. Y es que en tanto prominentemente masculino, el ateísmo será menos empático y poco interesado en lo socio-afectivo, y aquí nuevamente nos ilumina la ciencia: menor mentalización (Teoría de la Mente), autismo, irreligiosidad y ateísmo están cognitivamente relacionados de modo causal (Humanismo Secular, fecha desconocida; Psychology Today 2012; Dutton et al. 2019). Luego, “la impulsividad centrada en sí mismo y el corazón frío” son rasgos psicopáticos también identificados significativamente más entre ateos que ateas (Lilienfeld et al. 2014). Estos rasgos masculinos psicopáticos entre ateos, aunque débiles, son suficientes para dar cuenta de su aversión social. Esto es lejano al humanismo y la empatía que se necesitan para una sociedad abierta y tolerante, surgiendo así una insalvable contradicción entre la indiferencia del ateísmo ante la cultura de dominación masculina, por oponerse al feminismo, y su negación de Dios: se le niega pero se contempla pasivamente su ley, de carácter coincidentemente psicopático (Chávez 2020). Este ateísmo es pues hipócrita, y un aliado para el cristiano misógino, como hemos visto. Lo que se necesita para modular esto, y que urge por las problemáticas diferencias de género en los aspectos psicológicos mostrados, es un giro feminista del ateísmo. Sería una buena estrategia, además de alternativa obvia, para deconstruir la idiosincrasia latinoamericana fundamentalmente cristiana, conservadora y machista.

ATEÍSMO FEMINISTA Y CRISTIANISMO: CÓMO SOCAVAR EFECTIVAMENTE EL TEÍSMO

Ya han surgido círculos de ateísmo feminista: su frontalidad crítica y rechazo explícito del cristianismo se cristaliza en su denuncia y combate al machismo, y viceversa. Esto lo vuelve un ateísmo de propiedad socio-empática estratégica para el combate en el terreno socio-político contra el cristianismo: expone su carácter psicopático y no se queda en negar a Dios —niega intrínsecamente su ley al buscar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y eliminar la dominación y la violencia masculina sobre la mujer. El levantamiento femenino es muy alarmante para el conservadurismo cristiano, aparentemente más que la propia revolución científica y ateísta de la Ilustración, prominentemente masculina por cierto, y más que la convivencia moderna con la homosexualidad: la libertad sexual y reproductiva de la mujer socava el núcleo mismo de la creencia en un dios-hombre-todopoderoso-creador, lo anula como el ancestral Deus—Pater de la vida (en la teología cristiana la masculinidad de Dios está triplemente enfatizada y es circular: hombre/padre que engendra la vida, hombre/espíritu que fecunda a la mujer, y hombre/hijo que enjuicia la vida), lo que es más significativo y perturbador para los teístas que la lluvia de falsaciones con el big bang, la evolución, o el problema del mal. Los cristianos no han salido en masa a quejarse de las refutaciones propias de un ámbito intelectual muy masculino: han salido a las calles porque no toleran el enfoque de género ni el aborto. Por ello su escalada al poder, porque es su deber moral cristiano, y esto los hace indiferentes de ser refutados y ridiculizados. Demostrando que Dios no existe hacemos poco, combatiendo el machismo hacemos más.

Iluminemos esto desde una perspectiva histórica. Los hebreos hace 5000 años eran nómadas y pastores originalmente, en constante lucha con etnias vecinas por ganar tierras para el ganado, por lo que era un asunto de supervivencia mantener una alta frecuencia reproductiva. La esperanza de vida rondaba los 35 años, la mortalidad infantil podía ser del 50%, y una elevada mortalidad materna mermaba la cantidad de mujeres en edad reproductiva. En este contexto peligroso el papel del hombre adquirió un peso bastante desproporcionado respecto al de la mujer, no solo como pastor y guerrero, sino también como padre, desigualdad que se enmarca en la revolución neolítica/agrícola de Mesopotamia: un cambio en las creencias y costumbres donde el papel fecundador del hombre es más relevante, o lo único relevante para tener hijos, preludio de los grandes dioses masculinos con los que se institucionalizará la cultura promasculina (Discover Magazine 1999). Por ello la mitología hebrea consiste en un único dios legislador y violento que elige a un único pueblo: para legitimar sus códigos sociales y los castigos atroces si se incumplían. Estas creencias tienen la siguiente estructura: la mujer trae el mal al mundo (Eva y el pecado original) → la mujer es una pertenencia del hombre (9° mandamiento en su formulación original) → la mujer no tiene vida sexual más que con fin reproductivo con el que pude adquirir un valor social (María “inmaculada” sexualmente pero madre). Éstos principios a su vez permitieron diseñar todo un sistema legal-teológico donde se alentaba a violar a la mujer joven, se ordenaba tomar a la mujer joven del enemigo, y se castigaba la homosexualidad masculina, conceptos todos claramente destinados a elevar la tasa demográfica por la fuerza.

Como ya se dijo antes, estos códigos sociales actualmente no existen como leyes explícitas, sino que se han internalizado en las sociedades occidentales como plantillas de aprendizaje de percepción y acción, pero con las mismas consecuencias consideradas hoy crímenes de lesa humanidad (asesinato, exterminio, esclavitud, tortura, violación, persecución, apartheid), crimen de genocidio, crímenes de guerra, y crimen de agresión. También hasta esta cosmovisión se puede retrotraer la sistemática oposición a la educación sexual, y la persistencia de mitos e ignorancia sobre la sexualidad femenina. Cabe aclarar que no significa que el cristianismo ha inventado estos males: simplemente los ha institucionalizado. Y aunque la hebrea no fue la única sociedad donde tomó forma el estereotipo del patriarca como “macho alfa”, será en cambio la única cosmovisión de “masculinidad hipertrofiada” (masculinidad tóxica o machismo en términos actuales), que estructure la Civilización Occidental cuando, en el año 380, el emperador Teodosio declare al cristianismo como religión de estado del Imperio Romano. En adelante, partiendo también de su ancestral doble moral, en el cristianismo evolucionarán dos estrategias psico-sociales aplicadas según las circunstancias diferentemente, pero que se retroalimentan: su instrumentalización como herramienta de manipulación en el ámbito político, y la ambivalencia institucional p. ej. en su condena a la dictadura o la pederastia.

En tanto la modernidad sigue impregnada de que “la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos”, entonces el ateísmo feminista es lo más efectivo para abortar esta cosmovisión y madurar como civilización. El presente ensayo busca invitar a la autocrítica y hacer un esfuerzo intelectual para superar los rasgos de enculturación cristiano—machista que aún persisten en el ateísmo.

BIBLIOGRAFÍA (por orden de citación): 

📑 “Testimonios revelados sobre torturas a Susana Higuchi”, Voces, 2016.
📑 “Alan reconoce a su sexto hijo”, La República, 2006.
📑 “Gandhi, luces y sombras de un héroe con pies de barro”, La Gaceta, 2015. Enlace original perdido, se actualizó el enlace a una copia en Scribd.
📑 “El poder del chisme”, BBC Mundo, 2011.
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